obra de giorgio de chirico
LA FUENTE GRIEGA
(TEMAS CLÁSICOS EN LA OBRA DE RAÚL HENAO).
LO QUE LAS MUJERES DICEN DE LA COJERA DE DIONISOS
“¿Por qué las mujeres de la Elida llaman a Dionisos para que vaya entre ellas con su pata de toro?”
(Plutarco)
Que la cojera nos devuelva la gracia
de la planta del pié
al que calzamos el coturno
para realzar
lo que nos fue dado en aumento
como la misma blancura del día
le hace presa de rapiña de la noche
Huerto de árboles frutales
más apetecibles
si les cercan de vallas.
Peces a la medida de su pecera
cuyos cristales no son menos
milagrosos.
Que se nos haya herido en el talón
apenas es el pago de la inmortalidad.
HIMNO ÓRFICO
¿Qué mano me arrebata de la mansión de la muerte?
Mis miembros mezclados a los miembros
de un río que se hunde en el abismo.
Mis miembros despedazados
por las santas mujeres ebrias
del monte Cécrope.
Mis entrañas guarnecidas en piedras preciosas.
Mi hombro reemplazado por un hombro de foca.
Descendiendo de la cuerda atada al cielo
Arrastrando mis pies desnudos
por el polvo de las ciudades.
Llevado aquí y allá por el amor
o el odio de los dioses, el odio de los no-nacidos
¡Que el hilo del amor pueda guiar mis pasos
por el laberinto del sueño al que apenas despierto!
PALABRAS A TIRESIAS
¡Oh adivino! sólo al precio de la ceguera se te concedió la fortuna
de entrever el futuro
Tú que en tiempos más amables profesabas la herética doctrina
que atribuye el doble sexo a los astros (Todavía las malas lenguas
afirman que disfrutabas de ambos sexos)
Al hijo del lirio leías en su horóscopo que “viviría mucho si no se veía
así mismo”, porque nadie puede amarse a sí mismo sin ahogarse
en el espejo de su amor.
Y a aquel desdichado que insultaba al mar Llamándolo “viejo borracho”
le aseguraste envidiaría la ceguera que le hubiera impedido
asistir a los propios responsos celebrados por una familia de dementes:
A causa de haber otorgado sus mejores votos por la guerra,
llamaba afeminados a quienes rodaban por el suelo,
jamás heridos sino embriagados por la insensata vid
que hace estremecer la tierra con la deshonestidad de hombres y mujeres
Quien podría reconocerlo embriagado a su vez, en medio de las batallas,
sino el enemigo de esa embriaguez, el enemigo de su odio...
Porque la sobriedad parece embriagada y la santidad no tiene buena opinión
del milagro. Quienes caminan al mediodía parecen caminar en la oscuridad.
EL ARÚSPICE
Nuevo juglar délfico, Edipo redivivo, busco la señal en el bosque de símbolos
que me propone la esfinge de los propios pasos: enigma transparente o filigrana musical.
Bajo la habladuría de ese papagayo inmemorial en la llama, crisolita del pensamiento, despierto entre los músicos de una orquesta impronunciable: tesoro oculto o abecedario.
Tanto la oruga como la vigilia, tejen su propia alada mariposa, con el hilo de mis labios y mi ceguera de arúspice o vidente.
EL CAMINO A ELÉUSIS
Dormía recostado en la torre de mármol negro a cuyo alrededor revoloteaba
una garza blanca. Cerca de mi se deslizaba el río de brillantes que abandonaba a su paso una cabellera de mujer. Bajo la cabellera, la mujer se fugaba entre el bosque de hulla.
Yo la seguía al atardecer guiado por un muchacho albino de la vecina localidad,
el valle brumoso, refugio del murciélago y la chotacabra. Pagábamos el flete al barquero en la isla de la maga. Había que cuidarse de beber el jugo del granado o de dormir a la sombra del espino blanco. Pudimos vislumbrar la espiga dorada al término de la muerte.
Regresamos sin volver el rostro hacia la mujer que nos acompañaba en la galería
infernal.
LA FUENTE CLÁSICA
“Al infierno con las estrellas -dijo- y echó a andar en la oscuridad.”
Dylan Thomas
¡Embrujo de la noche sin estrellas! Persigue la oscuridad mis pasos en el corredor
del hotel. Al fondo, en el espejo avejentado de la habitación, veo enmarcarse mi propio rostro: remedo de la carne antes que del espíritu, máscara prestada a un reo o rey de burlas.
Pero ¿es que guarda el corazón secreto aparte de su ceguera o desdoro? -me pregunto horas más tarde al adentrarme en el sueño: frente a una fuente de mármol entreverada de lirios, dos mujeres de la antigüedad clásica -rubia y morena respectivamente- me conminan a contestar el acertijo anterior ¡a riesgo de despertar!
EL LABERINTO
“El laberinto evoca siempre los misterios iniciáticos, los desviados caminos que llevan a la iluminación”
Alain Daniélou
1- El tráfico diurno encadena tu mente
A la apariencia de los sentidos,
En un abrir y cerrar de ojos
Eres pájaro en tu propia jaula
Galeote de tu propia
Galera de condenado.
La luz no ofrece sino muros y pasadizos,
Ángulos y aristas en el laberinto;
Es el títere de la irrealidad.
Tras la escena ilusoria
Borra la oscuridad la trama
De la ficción iluminísta
La irrealidad de la marioneta
Y te muestra al titiritero
Al descorrer el telón de fondo.
2- Abre los ojos a la oscuridad
A la hondura de la medianoche.
Una araña de catedral, un ratón
De iglesia es el sol nocturno
Y la lámpara tu propia imaginación.
Jamás interpretes el futuro
A la luz del sueño
O el vuelo de las aves,
Sino al presagio del primer estornudo,
De los ruidos estomacales,
Entre la miel y la harina,
En la gruta de las tres hermanas
En la virginal oscuridad del presente
Que es fiesta perpetua y celebración
Centro y salida del tiempo: El laberinto.
EL JARDÍN DE MIDAS
Me paseaba al capricho del viento tardío de agosto
entre los mil pétalos púrpuras de un jardín
de Midas.
Buscaba encontrar cerca a la fuente de agua,
donde se desleían como hielo picado
en una cuba de vino o champaña
las primeras estrellas nocturnas,
al viejo de nariz roma y orejas aguzadas
durmiendo la última resaca veraniega.
Ah, vieja sabiduría irónica atrapada en el cepo
de la embriaguez,
conocimiento que se oculta para mostrarse
más soleado o transparente.
Concédenos a cambio de una ofrenda de rosas silvestres
(porque sólo tus adeptos conjuntamos
a la dulzura de la viña, la amargura de la hiedra)
el postrero sosiego de la soledad y la buena muerte.
LEYENDO A HERÁCLITO «EL OSCURO»
Tiempo adverso, irreparable de la vida
Que quita todo presente o presencia
Y me deja sólo el murmullo
Del agua en el surtidor
Un rayo de sol suspendido en la oscuridad
El toque quedo del alba en la ventana.
Infierno y paraíso se torna toda búsqueda
Extrema, indefectible de la belleza.
Para el santo y el artista
Uno solo es el camino de arriba y abajo.
LA FUENTE DEL PASADO
Me paseo por la solitaria plazoleta
De pálidas estatuas
De mármol
En una ciudad antigua
Y desconocida.
En la esquina hablo
Con el hombre de carbón
Que arrastra por la calzada
El espumoso mar de la costa.
Una monja de teja blanca
Pasa en bicicleta
Enfrente de la calle
Desharinándose al menor soplo
De la brisa matinal.
Bajo el agua quieta de la fuente
Me veo jugando a las cartas.
Al fondo en un bosque de espadaña
Encuentro dormidas
Mis enamoradas del pasado.
FUENTE ERÓTICA
Bajo la fuente
Mis manos
Entretejen
El mar oscuro
De su cabellera
Mis brazos
Anudan
La helada cascada
De su cintura
Mis labios
Embriagan
El mármol
De sus labios
Mi rostro
Asoma
A su rostro amado
En el agua
Dorada del espejo.
GRADIVA O EL DELIRIO
Al mediodía en tus labios
El viento enciende
Cigarrillos como pájaros
Un rayo de sol son tus pechos
Hay una alondra perdida
En tu cintura
Tu cintura tallada
En una gota de rocío
La lava de un volcán
Corre por tu vientre
La espuma de mar
Levanta en tu flanco
Monumento al amor
Abajo tus caderas
Se deshojan
En la fuente de agua
Donde surge
A la mañana siguiente
Retumbando una banda de música.
Raúl Henao: Poeta y ensayista colombiano, nacido en Cali, 1944. Ha vivido en EE.UU. Venezuela y México. Escribe, básicamente, en periódicos y revistas que a través del mundo moderno mantienen vigente el ideario poético y libertario del surrealismo. Entre sus libros figuran: La parte del león (Monte Avila Editores, Caracas, 1978) Sol negro (Medellín, 1985) El partido del diablo / Poesía & crítica. ( Medellín, 1989) El virrey de los espejos y otras prosas poéticas (Medellín, 1996 La doble estrella /el surrealismo en iberoamérica (Ensayos. Editorial Endymión. Medellín, 2008) Haikus selectos (Fundación Zen Montaña de Silencio. Medellín, 2009)