sábado, 25 de mayo de 2019

SED REPRESA. Mario Ángel Quintero


Desliz. Por Mario Ángel Quintero


La cotidianidad, el vivir una sensación tras otra en el tiempo hasta que se entienda como un hábito, se ve agobiada por la sed. Pero en vez de ser una sed que nace de la escasez, esta sed nace de la abundancia. Es la sed por adquirir, por tener, por aparentar, por cubrirse con una dignidad y decencia permanente e inquebrantable. Esta sed se vuelve una corriente. Quienes intentan llevar esta corriente, represarla, lo hacen porque sienten que están por encima de cualquier peligro. ¿Quién es capaz de oír los llantos de las Casandras bajo el corre-corre del deseo de la manada? Existen los que se especializan en exprimir la sed a galope, quienes aspiran con amontonar palacios de retención, de contener tanta ansiedad para después cernir el voltaje del afán.



Madre Uno:

La soledad es un pájaro,
y un beso es una flor.
Un merengue es un suspiro,
y un quiebre es un amor.


Madre Dos:

Tambor y trompeta,
Se eleva la cometa.
Risa y papeleta,
Rebota la pelota.


Madre Tres:

Como una hoja
que se desprende,
así salta el grillo verde.
La niebla se extiende,
una cobija de algodón.
Así la blanca flor emerge
de su oscuro caparazón.




Ángel:

El cielo azul del campo,
El ala de nubes que cubre
El viento suave que pasa desde lejos
El tacto de la lluvia
sobre cada hoja abierta. 

Pregúntale a cualquier pájaro,
volar es un asunto de equilibrio.
Hay que encontrar el balance
necesario para subir.

El pájaro ordena el aire
a su alrededor.
Hacer escalas
con el orden,
aunque sea lejos
de la justicia.
Hay que ver
para ordenar.
Hay que estar ciego
a lo que se ve.

¿Cómo ver el viento?
Hay que cubrirlo
con las alas.
Hay que pasar
entre las gotas
de la lluvia.

Soy el mensajero.
Traigo el mensaje
del orden.

  

Chócolo:

Quieren que haga memoría.
¿Cómo no me voy a acordar?
Clueca, ponedora, turuleca.

Corran, corran,
¡Buche y plumas!
Cu-tu, cu-tu, cu-tu,
¡Cutupeto!

Corran, corran,
hacia el alimento,
hacia el calor.

Corran, corran,
que el cielo
se está cayendo.

Llenen las calles,
las ciudades.
Aplástense,
unas contra otras.

Se les acaba el aire.
Se les acaba el tiempo.

¡Ay, no!
¡Qué he hecho!
He desperdiciado todo.
Ya no queda
ni para un antojito,
ni para tapar los huesos,
ni para pegar las costillas.
Sólo queda la pena
de las bocas abiertas,
del aire untado de huellas.



El Peso del Mundo:

Tiempos de soberbia,
Años de Contención,
El peso aplana, la presión rompe.
El instante reventado.
Túneles donde el sedimento
Se desprende como una costra,
Donde emerge al aire la sangre muda.
Los árboles se tiran de cabezas.
El mundo se viene de lado,
y cincuenta-mil peces muertos
tratan de contarlo






Mario Ángel Quintero nace en 1964 en San Francisco, California, donde vive sus primeros treinta años. Estudia literatura en la Universidad de California y es becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses; también publica los libros en inglés: Globo (1996),The Fifth Season(1996), y On the Voice(2016). Desde 1995 reside en Medellín, Colombia, donde publica los libros de poesía Mapa de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del alma en camino al limbo (2009), Keselazboga (2014), Mapa de las palabras (2014) y los libros de dramaturgia Cómo morir en un solar ajeno (2009),La sabiduría de los limones (2013), y Calamidad Doméstica (2016). Publica sus ensayos en las revistas colombianas Babel, Diverciudad,Interregno, A Teatro,y Revista de Extensión Cultural (Universidad Nacional Sede Medellín). Es integrante de los grupos musicales Underflavour y Sellthe Elephant. Es director y dramaturgo del grupo Párpado Teatro, con quien ha llevado más de quince obras a escena.

martes, 26 de febrero de 2019

AVANZA EL OLEAJE DE LO NO VISTO EN LAS ENTRAÑAS DE LAS CATÁSTROFES


Avanza el oleaje de lo no visto en las entrañas de las catástrofes

A la intemperie de los filamentos que horadan el aire
Respiramos la llama de los días calcinados entre aullidos de los animales cercados por el pánico

Las brújulas del deseo perdieron el norte de la rosa en un horizonte de lago vitrificado

Los ojos atónitos del agua la marcha alucinante del fuego la risa danzarina del aire la canción trepidante de la tierra justo ahora cuando se van las luces del malabar de las estrellas

Canción de la nutria canción de la hormiga canción del relámpago
Que los torrentes áureos instilen la mirada calen la piel de los durmientes imanten los ojos de los insomnes

Estamos en la cresta de la ola de lo imposible en el bosque de larvas de luz negra
Llueven gatos gesticulan sombras en callejones de sulfuro y plomo

El estruendo de nuestro delirio deja mudos a los niños asfixia el canto de la aurora

Las multitudes en estampida persiguen espejismos en los desiertos cubiertos con mentiras de oro
Las multitudes forcejean en el remolino de las carcajadas siniestras de los administradores del dolor conserjes de los antros de la infamia

Tiempo en barrena en estercolero entre los palacios donde se urde el desastre
Tiempo de vampiro  tumefacto ante ti las legiones de los niños de la furia que vendrá
Tiempo de la gran llamarada de la rebelión definitiva
Tiempo de las grandes demoliciones
Tiempo del derrumbe de los capiteles del infierno de la realidad

El porvenir está allí donde nadie lo ve donde no llega el bostezo de los siglos

Rompemos la estatua de nuestra estupefacción y bailamos