jueves, 4 de octubre de 2007

LA DANZA DE NARCISO (Poemas de Walther Espinal)

pintura de john waterhouse




Me dije: ¡Narciso!,
y un espíritu
con mi rostro
oscurecía la hierba

Pier Paolo Pasolini



Sitios para cantar


bien adentro te necesito
ciudad
para expulsarte

acabar el cautiverio

separar la sombra
siempre a un paso
adelante o atrás
nunca conmigo


***

pronto
la mirada
tropieza con un punto
donde el gatillo de la memoria
amenaza.
No hay entonces
un rincón de la ciudad
que sobreviva
a la nostalgia.
El dolor ahoga como un nudo.
El pasado es una maleta vacía.
Suficiente atención
y las aguas del amor
de nuevo se abren.
Sin aviso
el pegote de la ausencia
abraza
justo cuando respiran
plenitud
las bestias de los parques.


***

En el café
el transeúnte
hace una pausa
en el viento
que galopa.
A sus pies
el umbral oscuro.
El sol
rebota
en las paredes
de la tarde.
Y una ola
de nostalgia
lo atraviesa.

***


Anciana


La mano que espera
la moneda
guarda semejanza
con el rostro:
las arrugas enturbian
el agua clara
del reposo.


***


Junio

1
Con el brote
de la lluvia
el cristal
devuelve
el sol
cicatrizado.

2

Tardes
en que estrellas despicadas
doblan
los árboles
vertiginosas tardes.

3

Olorosa hembra
de sexo
luminoso
y salino.
Ah! Su piel erizada
cubre
el lecho.

4

Este mes
lleno de explosiones
con el sol
como pelota
brilla en cada punto
del polvo.


5

Desde la montaña
veo la noche
como agua
hoy que la luna resbala
y mi pecho bulle.

***

Planetario

Lejanos
existen
los astros.
Les complace saber
que ellos mismos
se bastan y gobiernan.
Aquel que mira
imagina
innumerables fichas
en el vasto tablero
del universo.


***

Estoy entre la noche
a un paso de las estrellas
que se mueven.
Mi sombra huye
abre puertas
a la orilla
del sendero.
En el sueño
pican
los peces
y seguido llueve.

***

Grupo satelite

La pantalla gigante de la noche.
Beber un vino
más transparente que los días
a través del cual sea posible
mirarse.
Varados
a un recodo de la avenida mental
presenciar
el asedio de corrientes.


***



colegio

la profesora
cruza las piernas
a cada momento

y apoyando en la palma
de la mano
la cabeza

va tirando
los recuerdos
hacia atrás


***



Hincha que no entra al estadio

Las lámparas
del estadio
son duchas de luz.
Afuera
el hincha
desprovisto de su entrada
de las voces
que se apiñan.
Recorro con los fantasmas
la unidad deportiva.
Y cuando vivo
el fútbol
mi soledad campea.


***


Visiones


*

Una visita
al álbum familiar
desborda
la corriente
que circula
en cada objeto
del pasado.
Merodear
las fotografías
donde permanecemos intactos
por años
inflige
un serio desconcierto.
Esa expectativa
con las hojas
revela
un número de sentimientos
imposibles de recobrar.


***



aún así
viéndonos envejecer
evitamos rozarnos

en la cabeza
una flor recién empieza a marchitar
el corazón se aquieta
duerme en el traspatio
fija ya su sombra
en una dirección

¿por qué estar solos?
acaso la necesidad de comprobar
la gota de tinta
cruzando la mejilla


***


Cómo ventea
en mi oscuridad.
Descalzo
a estas horas
escucho
el consejo tendencioso
de la muerte.
La memoria
en avanzado estado
de descomposición
riega musgo
a los recuerdos.
Parezco un reloj
contando
los segundos
que el tiempo
desintegra.


***


Otros también desconocen
hacia dónde apunta
el arcoiris.
Preocúpate entonces
porque el esqueleto
sirva
de perchero.
Aún cuando la esperma del sol
simule
unas ruinas.
A cambio
deberías preservar
la disposición
de los árboles.

***


Calcante

De nada me sirven
los herbarios
de la ciudad.
Tampoco el loto
ni la lengua de Mercurio.
Sólo el cerezo
bajo la lluvia
apaga
estas visiones
de la muerte
en Troya.


***


Walther Espinal. Medellín. 1980. Estudió filosofía y letras en la Universidad de Antioquia. Los poemas aquí publicados son parte de su primer libro (inédito) La danza de Narciso.

domingo, 30 de septiembre de 2007

EUNICE ODIO: EL ÁGATA DE FUEGO (Selección de textos: Raúl Henao)


“¿Para qué quiero ser rica si puedo ser poeta? Dios sabe que preferiría pedir limosna, si fuera preciso, antes que me fuera negado el gran “don carismático”. Si me dieran a elegir, entre formar parte de los poderosos de la Tierra y ser parte de los que pueden dar vida nueva a la palabra, ni un momento vacilaría. Y si me dijeran que me dan un gran poema a cambio de la miseria extrema, y que sólo un poema grande, elijo el poema grande, aunque sólo sea Uno. Así ha sido desde que descubrí que la poesía no era en mi una “afición” sino “un destino implacable”. No hay cosa que no dé por la Belleza que es una forma de Dios; la más próxima a su Naturaleza. Y por eso la cuido a ella y a mis actos, más que a mi físico. Hay que hacer de modo que Ella no huya.”

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“… La mayoría de los poetas operamos con un lenguaje que es una vestidura resplandeciente o para mejor decir, resplandiciente. De tal manera brilla y resplandice, que los sensibles de todas las categorías, desde la más alta hasta la mas baja, tienen por fuerza que mirarnos y “fijarse” en nosotros, sintiéndose hechizados. Somos seductores espirituales “profesionales”.
Por lo que a mi toca, en cuanto tengo tiempo lápiz y papel, bien sé cómo hacer para decir cosas de tal modo, que cualquier persona, con un mínimo de sensibilidad, o un máximo de hipersensibilidad, tiene por fuerza que quedar atrapada dentro del círculo mágico. Es una especie de “atraco a mano armada, con alevosía y ventaja”, aunque sin premeditación, porque es verdad que no tenemos más remedio que hacer así las cosas; porque no es que deliberadamente busquemos que las palabras se agrupen en un orden brillante sino que ellas así llegan y nos asaltan: agrupadas como quieren. Y se necesitaría ser un santo laico, para resistir al encantamiento a que nos someten –primero que a nadie-”

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“Los poetas tenemos que ser más humildes y sacrificar ESO: detenernos menos en nosotros y mirar atentamente todo lo que nos circunda.
En “El Tránsito de fuego” inventé una palabra: Pluránimo. Si un poeta no es la suma de todas las ánimas, va mal. ¿Y cómo se puede ser eso, si te dedicas a las grandes abstracciones, que te alejan de la carne dolorida de Adán, y te llevan, sólo a ti, a los planos de la Divinidad?
El poeta tiene el secreto del ser del hombre y le dice al hombre como es él, y cómo es Dios. Pero sólo tiene ese secreto cuando, literalmente, entra en el hombre, cuando llega a poseerlo, cuando es el más VERDADERO y amante prójimo –o próximo-, del hombre. Y cuando eres dueño de esos secretos es que estás en Dios. Y se acabó. Si el Nirvana está en el camino de la poesía, el poeta lo halla sin buscarlo”.

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“Y luego resulta que yo nunca creí en serio, eso de que tenía que morirme… ¿Sabes quien si está seguro de eso? O, Paz. Un día me dijo en el colmo de la solemnidad y la seriedad: “Tú, querida, eres de la línea de poetas que inventan una mitología propia, como Blake, como Saint John Perse, como Ezra Pound; y que están fregados, porque nadie los entiende hasta que tienen años o aún siglos de muertos”. ¡Qué consolador! Y ahora se va a dar un quemón. Como profeta es una pantufla, quizás porque no es cierto que yo haya “inventado una mitología” Todos esos personajes son arquetipos de la vida; seres vivientes y padecientes, no dioses semejantes a los hombres, sino elegidos parecidas a los dioses.
Todo esto no tendría que explicártelo si leyeras o, menor dicho, hubieras leído, el último libro que he publicado, o sea El Tránsito de Fuego. Entonces verías que ese libro lo escribió un intelecto activo.
Un intelecto activo es el que puede andar en el filo de la navaja., uno pasivo es el que cae, a un lado o al otro. (Tengo un ensayo que escribiré cuando tenga tiempo, sobre este hermoso problema del intelecto activo y el pasivo, en relación con la poesía).
No me resbalo ni confundo nada; hay dos compartimientos: uno es el plano de la cotidianeidad, en que trabajo, me hago guisos, me compro trajes; tengo un perro chiquito, negro, con carita de bulldog; pero con alzada de zarigüeya, que es simpatiquísimo y dulce y es de los dueños del edificio de Neva 16; y un Gran Danés imponente, con una línea perfecta y una casta intachable, que es de unos señores de casa rica que viven enfrente. Otra cosa, completamente distinta, es el plano de las cosas extrañas a la tierra, o al reino del hombre común, en el cual estoy.
Si te asomas a la ventana y ves que entre el firmamento y tú, todo está lleno de cuerpos luminosos como diamantes en vuelo; si abres el refrigerador, y ves que una rama de tomillo, no sólo ha echado hijos, sino que ha crecido; si te das cuenta de que, ahora, la belleza de un cuadro que tienes en tu casa, es algo que puedes penetrar hasta sus últimos pigmentos, en forma que antes era vedada; si tu casa se vuelve un palacio lleno de reflejos que antes no veías, es fácil perder el equilibrio, SI NO SEPARAS LOS COMPORTAMIENTOS.
Pero, si yo no pudiera separarlos, y mantenerlos rígidamente separados, a estas horas sería incapaz, siquiera de escribirle esta carta. Es así de simple.
Estas situaciones tienen que manejarse radicalmente o desintegran a cualquiera. Para no desintegrarme en la nada absoluta, tengo que darme cuenta, ABSOLUTA Y TOTALMENTE, que algo está incidiendo en mi porción terrena; pero que ese algo incide solamente y no es lo mismo que mi tarea terrestre. Una cosa es el cuerpo con que leo el periódico, y otra, muy diferente, el cuerpo con que veo pequeños astros resplandecientes; así como son cosas muy diferentes el cuerpo con que amo al gran danés y el rarísimo y dulce buldog, como míos, siendo ajenos
–porque no puedo tener un perro “personal” y entonces tengo muchos-, y el cuerpo con que me entero de que el oro bajó de precio. Todo tiene su lugar y hasta su tiempo. Y es necesario situar a cada cosa en su sitio espacial, temporal, emocional, porque, de lo contrario, uno está perdido. ¿No estas de acuerdo?”

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“(…) Pero, ¿es que solamente los inmensos poetas y los enormes pintores, tienen derecho a expresarse? Siempre he creído que no. Me parece que la poesía (y todas las artes), son una sinfonía inmensa, en la que cada cual da sus notas: unas apagadas, otras sordas, otras brillantes, otras altas, otras pianísimas. En siendo música, todas son necesarias, todas contribuyen a la inmensa sinfonía que estamos cantando... por los siglos de los siglos. Todos los instrumentos tienen sus grados de belleza. Entre las diferentes calidades de talento, hay una cuestión de grados; y entre el talento y el genio, también hay una cuestión de grados; entre las diversas calidades de genio, también hay una cuestión de grados, pero desde que alguien tiene talento – y creo que es el caso de Beatriz-, su trabajo es respetable. Beatriz me conmueve porque se puede decir que toda su vida – desde la infancia-, es una cadena de pesares y, sin embargo, cuando se pone frente al caballete, todo lo que sale al lienzo o al papel es un mundo de poesía dulce que relata las mejores, y más puras cosas de la vida. Ahí, en su lienzo, no hay amargura, ni rencor, sino ternura, agradecimiento por la vida, comprensión de las flores y de los animales. Su mundo es un mundo bendecido, poético, en una palabra”.

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“Tal vez hacía dos horas que permanecía en ese delirio doloroso; tal vez más (en esos estados nadie es muy consciente del transcurso del tiempo) y, repentinamente, ví una mariposa blanca que iba pasando muy cerca de la ventana, afuera, al aire de la noche despejada y fría. Abrí deprisa y pude verla ascendiendo por el muro de los tres pisos que hay después del mío (el cuarto), hasta que se perdió.
¿Una mariposa blanca a medianoche? No, Juan. Las mariposas blancas o de colores luminosos, duermen de noche, como los pájaros. Desde el crepúsculo, se tienden a dormir (con las alas en posición vertical o semihorizontal, según sea su espacie) y despiertan y se levantan con el alba. Las que andan en la noche tienen pigmentación oscura y cuesta verlas. Esta era dulcemente blanca como la flor del cardo, visible y densa y leve; sus alas como de seis centímetros, agitándose.
¿Fui víctima de una alucinación? Puede ser. ¿Hay alguien que pudiera asegurarme que eso fue lo que ocurrió? Sí, un ángel del cielo. Y ellos, como sabemos, no se meten con cristianos tan desventurados como yo... y, en general, no se ven involucrados en estas cosas. La verdad es que nunca sabremos si ví una mariposa que existe en algún plano distinto del nuestro, que incidió entre nosotros colándose por una rendija; o si lo que presencié fue el producto de mi alucinación particular. En todo caso fue hermosísimo y confortante, aunque por siempre ignoremos lo que fue. ¡Qué inquietante es verse metida en esto y no saber nada de nada!”

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“El problema de las inidentificación metafísica tiene su raíz en al falta de fe. Si los judíos hubieran “creído” que era verdad lo que veían, hubieran identificado correctamente al Cristo por lo que era: Cristo el Mesías y no otro; Elías el profeta, y no otro. Como no creyeron, porque es cierto que la verdad obvia es difícil de creer – talvez porque es la luz, y ésta ciega a los que no la merecen, para que no la vean y no tenga vida eterna-, toda identificación era absolutamente imposible. Sostengo que la vida de la Biblia le habla al poeta y, a la vez, habla de él. (Por poeta entiendo a todo el que crea, aunque nunca escriba ni un poema).
La poesía y el poeta, se ven afligidos, también por le problema de la inidentificación. Todo aquel que crea se ve, en menor grado, o en mayor grado, afectado por él, ya sea en alguna parte o en todas partes. El creador extraordinario, el arquetípico, es el más inidentificado de todos – a mayor poesía mayor luz; por lo tanto deslumbramiento y ceguera general-. Nadie cree que es lo que es y, por lo mismo, la identificación es imposible. Se acostumbran demasiado a verlo, porque parece igual a todos los hombres.
“¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estas maravillas? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María?, ¿y sus hermanos Jacobo y José, y Simón y Judas? ¿Y no están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste todas estas cosas?
Y se escandalizaron en él. Mas Jesús les dijo: No hay profeta sin honra sino en su casa y en su tierra. Y no hizo allí muchas maravillas, a causa de la incredulidad de ellos” S. Mateo 1, 54-55-56-57-58.
Y como a Elías, el profeta, al poeta lo tienen “en nada” y lo hacen padecer. Y, muchas veces, como a Cristo, lo matan. ¿Qué en estos tiempos ya no sucede? Yo he visto morir a más de uno, sin contar a César Vallejo. Murieron de abandono y de dolor espiritual, como Vallejo, que es un caso extremo”.

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“En serio, lo único temible es la vida. Es tan hermosa esa criatura que es nosotros y que somos ella, que muchas veces arrastra a los vivientes, nos arrastra hasta “sus” últimas consecuencias que son las nuestras, porque somos inseparables. ¡Qué criatura embriagadora, y peligrosa, e infinitamente poderosa! Con poco que nos descuidemos nos lleva por donde quiere y no por donde queremos. Sí, sí, es la vida a la que debemos temer mucho, por su bondad y su belleza sin fin que son seducción absoluta y enajenante. Viéndola y siendo uno ella misma en alguna de sus partes y en ciertos de sus momentos, vive ebrio, sabiéndote inserto en el prodigio mismo. ¡Todo esto es tan extraordinario que no lo parece! Témele a la vida o domestícala. A la muerte no la esperes, porque vendrá sin eso. Claro que no se puede domesticar a la vida, sino al trozo que nos toca o que somos y siempre que formulemos la gran abstracción que se llama “mi vida”. Hay que saberse manejar en la vida; pero no se necesita ninguna sabiduría ni ningún aprendizaje para la muerte. He ahí la gran diferencia. Morir es simple, vivir, en cambio, es la complicación de la simplicidad que es crecer hasta el fin”.

(Eunice Odio-Antología. Monte Avila Editores. Caracas 1975)

***
Reseña biográfica

Poeta costarricense nacida en San José en 1922.Desde muy temprana edad se inició en la lectura de los clásicos cultivando el ensayo, la narrativa y la poesía, con una gran riqueza de los recursos líricos, para dar vuelco a las inclinaciones tradicionales de los textos bíblicos y temas tradicionales, convirtiéndola en un punto de referencia importante en el panorama literario de Centroamérica.En 1947 ganó el Premio Centroamericano de Poesía 15 de Septiembre con su obra «Los Elementos Terrestres». Cansada del rechazo de una sociedad urbana tradicionalista, se trasladó a México, país donde residió hasta su muerte, en 1974. Del resto de su obra merecen destacarse «Zona en Territorio del Alba» en 1953, «El Tránsito de Fuego» en 1957, «El Rastro de la Mariposa» y «Los trabajos de la Catedral.