sábado, 10 de noviembre de 2007

REDES Y VIOLENCIAS. AUTOR: RAÚL GUSTAVO AGUIRRE



4.-Es necesario vivir en los comienzos del poema. Allí donde las previsiones fracasan y los pretextos nos delatan ante la nada silvestre.
5.-Siempre trabajas sin descanso en el maldito socavón, en busca de esos Signos que no quisieras más que contemplar. El cuarzo y el diamante los dejas a los otros.
7.-Por mucho defender tus tesoros te transformas en piedra. Aligérate y anda. En medio de la vida el temor no es posible.
9.-Cuando el mar se retira, la madrépora sangra. Y no hay otra verdad bajo el sol implacable.
11.- Temo de continuo por esa contemplación desinteresada acerca de aquello que en realidad nos debiera abrumar. Nada tan grave como perderle el rastro a la tragedia.
13.-Perseguido sin tregua por los exactos, que no descansarán hasta fijar su rostro en un archivo, desgarrándose en cada uno de sus movimientos, dándolo todo a cambio de ese pozo en la tierra de nadie donde, próximo a morir, se desnuda ante el cielo, el poeta todavía habla, todavía sueña, todavía hiende.
14.- La hierba nos da el habla, y por nosotros vive.
18.-Estamos solos ante el aluvión, ante la Poesía, ante la muerte. Estamos solos en estas aventuras comunes, maravillosas.
20.- El instante supremo en que salto o me pudro.
23.-¡Ah, sobre mi cansancio comienza a resonar el latín de la tristeza! ¿Soy yo solo, entonces, el único habitante de esta reducción? Los ojos duelen, mi cuerpo se aleja, y el verano con él. Comienzo a ser, de nuevo, una enfermedad de mi sombra.
28.-No hay disparidad sensible entre el relámpago que te deslumbra y la vida que amas, continuamente.
49.-Toda congestión interna (sea de bien o de mal) termina por volvernos miserables. Tales sobrecargas no se pueden soportar durante mucho tiempo.
51.-A veces en tu alma es verano y en tu cabeza invierno. Son tus estados alarmantes de disgregación prenupcial.
53.-Somos todavía presagios en el ovario de la eternidad.
54.-Ceniza última del amor, en ti puede posarse al fin, sin espanto, la mariposa de la muerte.
56.-Es necesario también odiar las palabras.
60.-No cedas ante la imagen de la falsa victoria del espectro. En tu dolor somos libres, tu exilio es nuestro mundo. Tu ausencia es ese fuego por donde se desangra la noche.
64.-Desesperadamente te aferras a ese hilo de araña de realidad a cuyo desenlace te obsesiona asistir. No lo quieres perder en medio de esa tormenta de absurdos interminables donde pululan monstruos de la más alta jerarquía.
66.-¿Cómo puede ser que tanta magnitud soberana se pierda para siempre en el interior de nosotros? ¿Cómo puede ser que fracasemos así, aún ante de estrellarnos contra los blindajes de la eternidad?
69.-Nuestro disgusto es una insolencia, nuestra mirada una rebelión. No es posible aceptar un paraíso semejante.
72.-Hemos terminado por convertirnos en los espectadores sutiles y envidiosos de esa mosca que en algún lugar de este infierno de la cortesía ensucia sinceramente los retratos del rey.
73.-¿Por qué te importa el destino de esa piedra sin salvación de cuyo tamaño hasta te parece ilícito cuidarte? Aunque te veas obligado a vivir contra ella, en la dirección de tu enigma, ese compuesto de claridad y dolor que ella, tan abrumadoramente, ignora ¡Oh violencia, violencia y red que se confunden, exhausto, en el río de tu libertad!
75.-¿Revelación? ¿Alucinación? De ese impacto en el centro de la conciencia derivan, no obstante, deberes que es preciso admitir. Aún considerando su desoladora aridez, su negativa a seducirnos con la promesa de un cumplimiento, de una victoria de la razón, de una jerarquía más alta en el juicio final, ¿mediante qué conjeturas escapar a su inexplicable evidencia? ¿Considerar quizá la desaprobación de los funcionarios? (Algo en nosotros tiene que ver con ese protozoario inconcluso, condenado a vivir hasta el desdoblamiento, y feliz sin embargo entre las rocas de su infancia terrestre, y también con su lealtad a la vida que lo inventa más allá de sus tropiezos, más allá de la nieve y de la venganza nocturna, víctima solitaria de una ley admirable).
77.-Dáselo todo a esta mano que huye, sin que sepas adónde ni para qué, de esta inconmensurable vergüenza donde se diluyen tus movimientos. Otros te invitan a forzar las arcas del Ausente, a escribir en el muro que ellos debieron derribar, te ofrecen dignidades en este subsuelo de sombras. ¿Cuál es tu respuesta? La miseria, el adiós.
Raúl Gustavo Aguirre "Redes y violencias" , Ediciones Altamar, Buenos Aires, 1958.