miércoles, 26 de septiembre de 2018

FRAGMENTOS DE LA COLA DEL COMETA. Por : Mario Ángel Quintero.




Cometa (summer moment). Por Mario Ángel Quintero

Cuando las estrellas se ven mover, se convierten en líneas, barras, varillas. Alguien se mueve entre ellas. Una mujer en pedazos, de calor, de sudor. Como el bahareque incrustado en nuestros muros, como la melaza que corre por nuestras venas, la figura se desliza al piso lentamente. Algo se le vino a la cabeza y está rota, como si se hubiera chocado contra un espejo.

Hay algo que perdiste que después te hizo falta. Lo que hemos perdido nos une. Estar vivo es ligar y desligar. Respiración y sonido invocan.

La conciencia es el ojo. La conciencia, el ojo, se los lleva. Yo soy el ojo. Yo soy la conciencia. Yo haré y tú harás. Estarás atada a mí. Pasamos por los vericuetos de una personalidad en pedazos. Vemos de reojo la cola de un cuerpo que se consume al trazar su camino celeste. Armamos una casa de lo que queda de alguien. Tenemos que aprender a caminar despacio, porque sólo así se ve bien lo que se vive. Dejamos que ese vivir entre por nuestros pulmones. Invocamos a las voces de esta casa de fragmentos con inciertos sonidos.
Fragmentos de alguien se ven pasar por pilares de luz. Quizás el murmuro de una muñeca, quizás cualquier juego de manos. Hervor, ebullición --Una carga eléctrica.- Llamas que pulen como un cincel --Un enfoque casi inaguantable-- Una cometa en contraviento. Así la polilla se dobla entre la oscuridad de la noche.

Yo soy hija de la quema.
Yo soy caña triturada.
Me acuesto en una noche
que me siembra.
No hay casa sosegada.

Se pierde el equilibrio, se revuelven los referentes. Obstaculizada por visiones. El día es una membrana, el instante de ver unas manos pequeñas que atan caña. Un rastrojo de crucetas de caña que se sube por los muros para tapar todo con cometas caseras. Se agacha la cabeza bajo la presión de estar arrodillada bajo el sol de algo que se vio. Lo que se ve es un velo que antes estaba atrás y ahora está adelante. El pasado se mete en el día como un alacrán que se esconde entre las cobijas. Hay que pasar de nuevo por él, hay que acariciarlo una vez más.

Una marimba persigue
a un clarinete por el aire.

Caen las estrellas y se clavan en la tierra. Encerrada en un cañaduzal, las miradas desde arriba tienen la culpa. Sólo lo vertical puede aspirar a levantarse, como si fuera un brote de flechas que crecen, un plumaje verde, como barras dulces inquebrantables. Cada cortada vierte sus adentros en el calor. Las varillas moradas del cuerpo colapsan bajo el sonido de los bichos rebotando contra todo lo quieto. Una polilla busca por dónde salir. Tras una membrana siempre. Escaparse parece fácil, pero no lo es.
  

Hay un rostro en el postigo.

Como te ves de bien, reina.
Siempre tan preservada, reina.
Te acuerdas cuando te daba vergüenza pasar por la casa, reina.
Pero yo siempre te he tratado igual, reina.
Te asombrabas con la vajilla, reina.
Era fácil jugar sin ensuciar, reina.
Tan triste lo que te pasó, reina.
No te vayas, reina.
Quédate un ratico y hazme compañía, reina.
¿Dónde tienes que ir, reina?
¿Cuál es el afán, reina?
¿Sí te acuerdas como era antes, reina?
¿Sí sabes quién es tu reina, reina?

Era por aquí. Subir termina en bajar y bajar no tiene remedio que subir de nuevo. Es por acá, ¿no es cierto? ¿Dónde te me fuiste? Si me asomo por este lado, me ubico. Todos siguen tan seguros. No estoy siguiendo a nadie, estoy aquí al lado. Dame un segundo. ¿Dónde te me perdiste? He estado llegando por tanto tiempo.

Los recuerdos vuelven en cascadas. Guadua y almendro, baldosa verde y café claro. El hilo se recoge para soltarlo. Para arriba y para abajo, un árbol y un foso. Sembrar es la única manera de desenredar.

¿Alguna vez has visto un ser en llamas? Su estela de fuego que curva como un recuerdo y crepita como catapis al extenderse por la oscuridad. ¿Qué capricho impulsa semejante cuerpo a consumirse? ¿Cómo deshacerse de todo lo que ha sido? Tanta conexión, veo, vuelve algo, tanto contacto.






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Mario Ángel Quintero nace en 1964 en San Francisco, California, donde vive sus primeros treinta años. Estudia literatura en la Universidad de California y es becado en creación literaria en la Universidad de Stanford. Publica poemas, prosas y ensayos en revistas literarias estadounidenses; también publica los libros en inglés: Globo (1996),The Fifth Season(1996), y On the Voice(2016). Desde 1995 reside en Medellín, Colombia, donde publica los libros de poesía Mapa de lo claro (1996), Muestra (1998), Tentenelaire (2006), El desvanecimiento del alma en camino al limbo (2009), Keselazboga (2014), Mapa de las palabras (2014) y los libros de dramaturgia Cómo morir en un solar ajeno (2009),La sabiduría de los limones (2013), y Calamidad Doméstica (2016). Publica sus ensayos en las revistas colombianas Babel, Diverciudad,Interregno, A Teatro,y Revista de Extensión Cultural (Universidad Nacional Sede Medellín). Es integrante de los grupos musicales Underflavour y Sellthe Elephant. Es director y dramaturgo del grupo Párpado Teatro, con quien ha llevado más de quince obras a escena.