Déjame desearte un pasado feliz
ese que no olvida
cuán sagrada era la ceiba
ese que era fuego
seduciendo a los perfiles del cielo
invocando con brazas luciérnagas
los últimos indicios del paraíso
con sufrimiento cada paisaje
fue ritual y vuelo de pájaro
( la serpiente que fue ave
o sentencia de tormenta)
Se guardaban
en las fauces de la tierra
los secretos del horizonte
Antaño no había discordia
o dioses ebrios pretendiendo
enamorar a las doncellas
y a besos convertirlas en orquídeas
(ellas eran felinas garras
en cacería
de animales innombrables)
En los anales de éste recuerdo
eran todos el mismo círculo de vida
rehuyendo a los libros sagrados
que invocarán por siempre
diluviosas promesas del fin
ya que en círculos
la eternidad aquí florece
Las formidables formas infinitas
se derraman como leche
en los senos de la montaña
que abierta en libro de quietudes
ofrece al aire
los secretos de la creación
Y hambrientos
los incalculables seres
bebían de sus hojas
las partituras del aire
siendo cóndores arcaicos
surcando las profundidades
del continente
Antiguamente
no se inhalaban temores
que en los corazones resecaban
las primaverales exuberancias
por siempre indómitas
de la sangre limpia
material de sacrificio
con el que se abonaron
los primeros hombres
que merecieron acunarse
sobre un lecho tibio
de hojarasca viva
que arrulló los cantares
de la memoria
Te deseo un pasado feliz
ese que en petroglifo
fondo de río
se atrinchera contra
lo que las historias narran
Ese que perdieron los hombres
cuando no tenían en ahorcados pesos
lo que las conquistas hieren
(este pasado perdido
Y misteriosamente feliz)
Que sólo en estas horas
las extinciones y los ríos secos
convierten en fantasmas
fatigados de tiempo
***
Mientras
la geografía dicta oleajes
en pájaros volando al sur
y mariposas constelando
las rutas del magnético norte
En mis antiguos parajes
los salmones juegos no existen
porque no tengo osos de luna
ni antílopes recuerdos fugaces
Mi geografía dicta
los anfibios colores
que relucen en
el zócalo del cielo
y marañas de ramajes
entretejiendo las faldas de la selva
Aquí no hubo civilización terca
escudriñando lo insondable
porque de lo insondable
está hecha mi geografía
Mi geografía dicta peces de colores
arremolinando danzas
sobre las turquesas aguas del cansacio
tibiándose lentos
en el sucumbir del arcoíris infinito
Y dicta las misteriosas formas
viviendo en la llanura
pastando el frío que
arrulla a la sabana
De oro y lunas mi geografía brilla
Mientras las alquimias parlotean
En el azul del papagayo
Ningún atlas sostiene
La pesadez de su agrestura
que con sensación de cobre
se hace espejo en la playa
Aquí no se cimentaron
Los antiguos hombres
Que desaparecieron de sus ruinas
porque todavía nacen
en el verdor aborigen
Aquí quedan ecos de Dios
en cada esquina
en la blandura de la vida
en el esplendor del viento
Mi geografía me sostiene
con horizonte de arrebol violento
llenándome los pies
de incansables pasos
***
Resquicio
Cuando muerdo tu rodilla
abro a dientes
un desesperado rincón
abandonado
Sigo con mi lengua
patrocinando el delirio
si trapeo con mis besos
cada altar desolado
si invado en desenfreno
el resquicio
mientras el éxtasis
muerde invisible
De placer tu piel se hace flecha
enterrándome en la boca
una muerte como grito
desangrando mi voz
me entierro en tu cuerpo
***
Harrison Palacio. Medellín, 1981. Fue uno de los ganadores del I Premio de poesía joven ciudad de Medellín, en 2011. Respecto a la poesía y el poeta, expresa:
"La poesía es fantasma que atormenta, casi siempre en
las noches, para decir al oído lo que los espíritus oyen y que no queremos oír.
La poesía posee fuerzas incomprensibles que recorren por los ríos del hombre
desbordándose en seres que inundan de humanidad a la humanidad, que a veces
bíblica no sabe de arcas o salvación.
El poeta es arca, es médium, es
baúl... es adonde llegan las aguas de los dioses furiosos para que hablen con las
leyes infinitas, es el canal por donde los ‘más allás’ se comunican y ponen en
tránsito los desconocidos ecos."