PARAD LOS RELOJES
Parad los relojes y desconectad el teléfono,
dadle un hueso jugoso al perro para que no ladre,
haced callar a los pianos, tocad tambores con sordina,
sacad el ataúd y llamad a las plañideras.
Que los aviones den vueltas en señal de luto
y escriban en el cielo el mensaje “Él ha muerto”,
ponedles crespones en el cuello a las palomas callejeras,
que los agentes de tráfico lleven guantes negros de
algodón.
Él era mi norte y mi sur, mi este y mi oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi día y mi noche, mi charla y mi música.
Pensé que el amor era eterno; estaba equivocado.
Ya no hacen falta estrellas: quitadlas todas,
guardad la luna y desmontad el sol,
tirad el mar por el desagüe y podad los bosques,
porque ahora ya nada puede tener utilidad.
TAMBIÉN NOSOTROS VIVIMOS
BUENOS TIEMPOS
También nosotros vivimos buenos tiempos
cuando el cuerpo sintonizaba con el alma,
y bailamos con nuestros amores sinceros
a la luz de la luna llena,
y nos sentamos con los sabios y los justos
y fuimos ganando ingenio y alegría
en torno a algún plato selecto
gracias a Escoffier.
Y sentimos esa gloria impertinente
que las lágrimas suelen alejar,
y quisimos que los corazones briosos
cantasen con el estilo grandioso de los antiguos.
Pero fuimos importunados y fisgados
por la multitud promiscua,
los editores nos convirtieron
en fraudes para aturdir a la multitud,
todas las palabras como Amor y Paz,
todos los discursos cuerdos y positivos
fueron ensuciados, profanados y degradados,
los convirtieron en un chirrido horroroso.
Ninguna oratoria sobrevivió
a aquel pandemonio
salvo la amarga, la soterrada,
la irónica y la monótona:
¿y dónde encontraremos cobijo
para la alegría o el simple bienestar
cuando apenas queda nada en pie
más que los suburbios de la discordia?
DESPUÉS DE LEER UN MANUAL
DE FÍSICA MODERNA PARA NIÑOS
Si fuera cierto todo lo que sabe
sobre la Verdad un físico experimentado,
entonces cualquier hijo de vecino,
por mucha futilidad y mugre
que haya en nuestro mundo cotidiano,
lo tiene mucho mejor en la vida
que las Grandes Nebulosas
y que los átomos de nuestro cerebro.
El matrimonio casi nunca es una maravilla,
pero seguro que debe ser mucho peor
correr como las partículas
a miles de millas por segundo
por un universo
en donde el beso de tu amante
o bien no se notaría
o bien te rompería el cuello.
Aunque esa cara que veo
cuando me afeito sea cruel
porque año tras año rechaza
a un pretendiente que envejece,
al menos, gracias a Dios, tiene
bastante masa para no deshacerse
y no convertirse en un potaje indefinido
que está parcialmente en otro sitio.
Nuestros ojos prefieren
que el lugar que hemos de habitar
tenga una perspectiva geocéntrica,
que los arquitectos construyan
un tranquilo espacio euclidiano:
son mitos agotados, pero ¿quién
se sentiría en casa en una montura
que no para de expandirse?
Esta pasión que tenemos
por el proceso de investigación,
es un hecho que nadie puede cuestionar,
pero yo la disfrutaría más
si supiera con mayor claridad
para qué queremos el conocimiento,
y si tuviera la seguridad de que la mente
todavía es libre para saber si quiere saber.
Parece que eso ya fue decidido
de una vez por todas,
y ya descubriremos más adelante
si nuestro interés por las magnitudes
extremas puede dar lugar a una
criatura de tamaño mediano,
o si resulta sabio en definitiva
hacer política con la Naturaleza.
NUNCA HABRÁ PAZ
Aunque el clima benigno y claro
vuelva a sonreír en el condado de tu estima
y regresen sus colores, la tormenta te ha cambiado:
nunca olvidarás la oscuridad
que enturbia tu esperanza, el vendaval
que profetiza tu caída.
Tienes que vivir con tu conocimiento.
Detrás, más allá, fuera de ti, hay otros,
viviendo soledades sin luna que tú no conoces,
pero ellos sí te conocen a ti,
seres de género y de número desconocido:
y tú no les gustas.
¿Qué les has hecho?
¿Nada? Nada no es una respuesta:
llegarás a creer (¿cómo puedes evitarlo?)
que sí lo hiciste, que les hiciste algo;
te encontrarás deseando hacerles reír;
y anhelarás su amistad.
Nunca habrá paz.
Por tanto, pelea, con todo tu coraje
y con todas las artimañas descorteses que conozcas,
y ten bien claro esto:
su causa, si la tenían, ya no les importa;
odian por odiar.
Wystan Hugh Auden (1907/1973) es un destacado poeta y dramaturgo inglés nacido en York.