pintura de remedios varo
Canto VI
Atrapada en un viento de sal,
la luz de mis labios
se convierte en nieve.
Noche a noche
soy exhortada por la locura del aliento
para tomar con el corazón
lo negado a mis manos.
Tan sólo por azar
se sublevó mi arcilla contra el cielo;
dolida ceniza del espíritu
esparcida a mi pesar
entre los hombres.
Fatigado viaje,
para sabernos al fin
más transitorios,
que el fugitivo canto de los pájaros.
Canto VIII
Ávida de cisne y viento
y agua celeste,
la casa de mi memoria
frágil como un instante
recoge los susurros de la eternidad.
Yo
extranjera,
ninfa del sueño
vestida de verde como las praderas,
me tiendo doncella
para que un río de cielos beba mi sed.
Un lirio galáctico florece mi corazón,
una estrella, mi boca
secretos soles en mis ojos
y mi pelo luminoso ciega la tiniebla.
Floto entre auroras
no conocidas,
pero alcanzo su lengua
como un canto que dormía en el olvido.
Imperceptible el universo acecha,
declina sobre mí su fuego;
mientras el ángel de su aliento
desnuda el pájaro de luz
la flor
la piedra.
Canto IX
¡Señor de las presencias y las tardes!
el que habita en mi nombre
y en mi luz,
el que mora en mi fiebre y mi fatiga
el que conoce mi avaricia de dulzura
el que mira en mis ojos
y sopla entre mi oído el veneno de la gracia,
y tira de mis manos
para arrojarme al abismo de los días ...
el que me enseña lo que soy
en una lengua desconocida,
y torna en bendiciones mis horas oscuras
y se instala en mi delirio y mi plegaria...
¡Espíritu del fuego!
subyuga mi corazón a tu verano
purifica mis labios con el viento y el agua
esparce la inocencia sobre mi aliento,
permíteme el olvido
la aurora
la acción de gracias,
porque hechizada como soy, por una sola de tus palabras
por su hermosa ley
por su exacto esplendor
por su memoria perfecta,
me abandono
y tiendo mi alma sobre la tierra,
y nimbada de libertad y pájaros
florezco.
Canto X
Esa que danza
la escritura secreta de la estrella,
crisálida tejida de infinito
y perfumada de bálsamos
y tiempo sin inicio
y poemas sin nombre...
...esa que mora en el sueño y la vigilia,
la casa oculta del espíritu,
memoria del origen
lugar del ángel y la niebla;
esa soy.
La que dispersa el rocío de su lágrima
en el follaje blando de líquenes y helechos,
la que habita la cólera
en los ojos que rayan la tiniebla
y hace sonar su música
contra el tambor enrojecido de la tarde;
esa soy.
...Esa
ataviada de soles y de abismos,
de la savia del sándalo y el lirio,
la que levanta su cetro engalanado
abriendo caminos en el agua
y en el beso sagrado de las horas;
esa soy.
La del habla misteriosa
en los labios que anuncian lo invisible,
antorcha sobre la noche
maga por fin,
herida que levanta el silencio en la palabra;
ésa,
la que nombra y engendra
y otorga el alma al verbo
y luz a la negrura,
para que el polvo se levante
y cante.
Ofelia
Emancipada
ella se abraza al cristalino lecho del arroyo
y a su pureza,
se anuda el corazón musgoso.
Es tan de allí
como el ave del aire,
porque en su pecho crecen los lotos sin diferencia
porque los bordes de su cuerpo
son rivera para los guijarros
serena playa para las correntosas aguas.
La muerte es sólo un bálsamo
que arropa sus gestos raramente
una fragancia que la eleva
una danza.
Su espíritu se halla disperso entre los líquenes,
entre el río espumoso y azul;
y aunque los pájaros le prodiguen sus cantos
su lugar es la errancia.
Ella
seducida por el limo,
por el profundo ritual de las ondinas,
flota sin ataduras
como un pequeño barco sin destino.
Ella, desprevenidamente
atisba un cielo para su desventura.
! Manos dulces y tiernas de las ninfas,
velad por ella
para que llegue al fin hasta su patria !
Identidad
... Y sin la tarde
y sin su estrella,
y sin los pájaros que brillan
y sin su fuego...
¿ cómo habré de encontrarme ?
¿ Dónde,
todos mis nombres y mis calles,
mis jarabes de infancia y mi alfabeto,
mis refugios, mis aceras
mis charcos de luz ?
¿ Dónde mi rumbo,
sin el extraño acecho del azar,
sin la razón del tiempo
cantando el día ?
¿ Qué de mí
sin la ventana que anuncia el cielo
de mí,
sin mi ceniza, mi plegaria, mi patio,
sin mi ración de viento?
¿ Cómo podría respirar
sin este trueno de la sangre;
sin el poema que soporta mi sombra?
XII – El Eclipse
Acojo con humildad las horas aciagas
y en secreto, pido clemencia.
Abrazo en silencio el rigor de la desventura
y de mis labios se escapa un canto que libera.
Humillado el corazón hasta el polvo
ha echado a todos de sí,
pero nada le salva del día azul
que hiere
como la daga de una palabra hermosa entre la lengua.
Imploro el llanto todo
para mis ojos secos,
oídos potentes para la cólera,
el cuenco de una mano bajo la mía
el nombre que me roba la paz
al caer la tarde.
Pero jamás
volveré el rostro a la tierra para que me bendiga
no más pediré al viento que me alivie.
Adiós a nadie,
¡ay de mí!
si no anuncio el dolor;
porque el sol ha cerrado su mirada sobre mi frente
como cae la noche
sobre una sonrisa
***
CLAUDIA TRUJILLO nació en Medellín, en 1963. Poeta, ensayista y Arquitecta de la Universidad Nacional de Colombia (Sede Medellín). Cofundadora y coeditora de las revistas de divulgación poética “Gerifalte”, “Susurros Digital” y “Poética”. Presidente y Cofundadora de la Casa de Poesía Porfirio Barba Jacob en Medellín. Su obra ha sido publicada en revistas de arte y literatura: Imago, Puesto de Combate, Revista Universidad de Antioquia, Susurros, Punto Seguido, Poética y Quitasol, entre otras. Ha publicado los libros de poemas: Los Días Sagrados, 2003 y Extranjera, XIV Premio Nacional de Poesía del Museo Rayo, Valle, 2004. Incluida en la Enciclopedia de Literatura Antioqueña Clásica y Contemporánea en multimedia PC editada en Medellín en 2004 por el IDEA y la Gobernación de Antioquia. Finalista en el I Premio Nacional de Poesía Carlos Héctor Trejos, Rio Sucio, Caldas, 2002.
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