domingo, 9 de mayo de 2010

CÓMO MORIR EN UN SOLAR AJENO. Obra del libro : Cómo morir en un solar ajeno y otras dramaturgias. Autor: Mario Ángel Quintero.




Uno de miles de habitantes de nuestra ciudad que le toca morirse de una manera pública por el descuido y la brutalidad en nuestros intentos de hacer comunidad. Toda la dignidad e inteligencia que pudo haber tenido en otro momento sólo sirven para agregarle un aire cómico y patético a su fin.


Cómo morir en un solar ajeno


(Entra a escena un viejo moreno, doblado a la mitad, con bastón y unos paquetes, su mirada sobre el piso. Camina más que lento, es casi un no-caminar. Su voz viene desde lejos.)

No es fácil…Se tendrán que acercar…He perdido mucha fuerza en el hablado…

No es tan fácil como parece…Se necesita una caja que baila…(Saca una caja de empacar frutas desde un escondidijo. Es un proceso largo, de minutos. Le muestra al público que está floja, que “baila”.)…Una que resiste se la roban…(busca el sitio perfecto)…La caja que baila se cuña en una esquinita…(La cuña contra una pared, y a través de una serie de movimientos, simultáneamente complicados y delicados, logra caer sentado sobre ella. Cierra los ojos y suelta un suspiro que llevaba horas, quizás días, madurando. Parece despertar, asustado:) ¿¡Bastón!? ¿¡Bastón!?...(Lo encuentra con la mano. Lo soba como a un perro fiel.)

(Se le ocurre algo, algo llega a su mente sin haber sido invitado:) Antes no se necesitaba caja…

(Hay una pausa mientras que crece en él la ira frente al colmo de irse muriendo, pero es una ira débil y estrangulada:) Antes uno se podía levantar del piso…había una movilidad…(sorprendido al ver de nuevo en la pantalla harapienta de su mente el animal que fue)…¡alarmante!

(Se intenta mover espasmódicamente, luego se queda quieto.)

La posición (aquí intenta una sonrisa, pero el resultado es más bien grotesco) se toma... hueso ajusta…recuesta…hueso se baja a la posición…y…descanso…(expresión patética)…pues, llamémoslo así.

(Cambio brusco de actitud.) ¡A mí no me joda! (Levanta el bastón que un gesto amenazante.) ¡Acérquese! Acérquese, a ver que le pasa. (Ya más calmado, deja que llegue un recuerdo.) “Tranquilo,” me dice, “tranquilo magistrado, que aquí no hay ningún problema. Móntese al camión, que ya es hora que lo llevemos otra vez para que lo bañen y lo organicen.” Y se sonríe el sin-vergüenza. “Usted ya sabía que estábamos por llegar. Estas señoras del lado dicen que ya no se aguantan el olor…”

“Yo no me puedo ir todavía,” le dije. “Tengo muchas demandas pendientes…”
“Traiga sus papeles y peticiones, que allá estará mucho más cerca al juzgado.”

(Se ríe.) Peticiones. El muchacho era un bobo.

No entienden. (Baja la cabeza sobre el pecho entre los hombros y cierra y abre estos al respirar profundo.) No entienden que mis jugos son una manera de protegerme. Nadie se atreve a ponerme la mano, se pasan para el otro lado de la calle.

Pasan para dejarme en paz. Para dejarme solo. Quieto.

Quieto, sin árboles en la cabeza, sin ideas. Como cualquier rey…
(Risa y pausa.)
…Todo el tiempo… del mundo…. para revisar demandas…hojas de demandas…

(Saca un periódico viejo y curtido de sus pantalones. Lo desdobla y lo vuelve a doblar para crear el pequeño cuadro que va a leer. Pasa sus dedos por encima del cuadro de texto. Saca los labios como si tuviera una pepa de fruta en la boca que se está saboreando. Busca lentamente en los bolsillos de su saco. Hay un momento en que se le olvida lo que está haciendo. Levanta la cara y mira al público con una mirada vacía, sin contenido. Se acuerdan sus manos antes de su rostro y empiezan a buscar de nuevo. El rostro también se acuerda y baja para que él hombre se concentre.)

No se le pierde a uno nada cuando ya hay tan poquito para encontrar.

(Suben sus cejas, como si hubiera notado por primera vez que el público está ahí. Sale la mano a agarrar el bastón. Señala al público con el.)

¡¿Qué quiere?! (Espera cualquier respuesta.) ¡Diga qué quiere! (Suelta el bastón, baja la mirada y se encierra en su propio espacio, como un perro que se ha encontrado con otro perro más grande.)

(Murmurado) Tengo pendientes.

(Su mano derecha encuentra algo en un bolsillo. Saca unas gafas de mujer, estilo gatita, que se ha encontrado en la calle. Son de un color alegre y les falta una pata. Las maneja como una lupa, para ver mejor los avisos en el cuadro de periódico que ha seleccionado. Para estar seguro de lo que dice la sección de periódico, acerca su cara al papel y empieza a respirar con pesadez. Se le van cerrando los ojos.)

(De repente despierta con una mirada asustada.)

¡Siete hacia la derecha!

(Levanta las gafas de mujer de nuevo. Su mirada por ellas cruza el cuadro de periódico y sigue, subiendo al fin por la manga del saco que tiene puesto.)

el saco…

(Pasa el dedo pulgar por debajo de la solapa de su saco harapiento. Se mira la manga del saco por las gafas de nuevo.)

el saco…tenía un color…

(Cierra los ojos como si se estuviera concentrando.)

¡tres hacia abajo!

(Sacude la cabeza que no.)

¡No! ¡Chito!

(Vuelve a concentrarse. El esfuerzo parece ser doloroso.)

un color…

(Una pausa interminable. La palabra al fin sale bajo su propia fuerza.)

…esmeraldino…

(Satisfacción y pausa. Sigue resignación.)

Aunque sólo se vea la tierra.

(Un quejido, casi un canto.)

Ay, mis zancos rotos…

(Medio-intenta pararse, pero la mera idea es ridícula. Cae como una pila de huesos. Se tapa la cabeza con el saco de la vergüenza. Desde los adentros del saco:)

Los colores no se necesitan.

(Saca un ojo para mirar al público. Otra vez como un quejido.)

Viene la incomodidad a palos.

(Una mirada de nostalgia.)
Así que salmón…

(Una mirada paranoica para allá y para acá.)

Hay que poder moverse.

(Respira profundo y cierra los ojos.)

…o un verde traslucido.

(Abre los ojos.)

Un par de tenis se necesita,

(Extiende la mano y toca el escenario.)

Un pedazo de plástico.

(Pausa. Consideración filosófica.)

O icopor puede ser.

(Pausa. Acomoda su trasero.)

Para dormir el fundamento. No para verse.

(Pausa corta. Mientras considera.)

¿Qué se ve?

(Achantado.)

Una florcita roja dónde sea que me repose.

(Vuelve la rabia pálida.)

Lo que se ve no se necesita.

(Pausa para recobrar ánimos.)

¡Un bastón!

(Le sonríe al público.)

Eso sí.

(Mira sospechosamente a su alrededor. Como si algún problema lo estuviera buscando.)

Mis jugos me desplazan.

(Enfático.)

Mis jugos.

(Pausa corta.)

Repito. Mis jugos.

(Pausa corta.)

Todo el día, el sol me sofríe en mis jugos.

(Exhala como si estuviera descansando del calor.)

Esas bagres (hace la cara), con brazos cruzados, disimulan la mirada...pero todas quieren nadar en mis jugos.

(Risa que se vuelve tos. Se ajusta el cuello del saco.)

Al mundo le da fiebres.

(Se abraza, primero contra el frío o una lluvia, después como acariciando, protegiendo a un bebe que es el mismo.)

Tembleques sobre sofocos.

(De repente un campanazo craneal.)

¡Tarde! Las calles llenas de perros y analfabetas, y como voy de tarde.

(Hace como si se fuera a parar. Mira hacia el cielo. Se acomoda de nuevo. Le da la espalda al frío, con disgusto y cansancio:)

Los suspiros en filas se llenan de mis jugos, se oscurecen, se vuelven pesados.

(Cierra los ojos de la tristeza. Se empieza a mecer sobre su cajita. Repite, murmurando como si fuera un lamento:)

Las piedras grandes, redondas y grises al fondo del mar. Las piedras al fondo del mar. Las piedras grandes, redondas y grises. Las piedras al fondo del mar. Las piedras lisas...

(Se queda dormido y se cae de la cajita. La caída lo despierta, ahí donde se encuentra extendido boca abajo sobre el escenario. Mira al público como un organismo sin recursos para salvarse, como un escarabajo que se encuentra patas arriba. Pausa. Sonríe débilmente.)

Cinco vertical.

(Ahora empieza el proceso laborioso de subirse. Primero se mueve como un pez sobre el piso de una barca hasta que alcanza el bastón. Lo alcanza. Felicidad y triunfo. Momentáneo.
Siguen tres o cuatro intentos fallidos y casi violentos de subirse sobre el bastón. Descansa a su manera.

Luego experimenta otro método. Se impulsa sobre el bastón en dirección diagonal hasta quedar cuñado contra el muro de la cajita. De ahí sube al mover los hombros sobre el muro y arrastra las piernas y endereza el bastón hasta que quedan debajo de él. Empieza a desplegarse una sonrisa oscura sobre su rostro. Murmura:)

...Y al tercer día se levantó...

(Extiende una mano hacia el público. La sonrisa se amplía.)

Noli me tangere.

(Sufre un dolor abdominal tan fuerte que lo dobla. Mirada patética. Se limpia las lágrimas con el dedo gordo.)

No hay tiempo para escarbar. Hay que moverse. Una audiencia, hoy no. Hay árboles que ya están secos por dentro mientras que se pudren por fuera. Garras de frío. Hay que moverse. Nueve letras.

(Toma uno de sus pasos. Se le ha olvidado que cuando estaba sentado se desabrochó el pantalón para sacar el periódico. Toma otro de sus pasos. Sus pantalones se empiezan a caer.)

Hay que seguirse moviendo. Lo que se ve no es útil.

(La caída de los pantalones es tan lenta que hay tiempo para que se caigan...)

Siga caminando. Entre todo el (hace sonidos de pájaro entre los labios).

(...para que él se de cuenta, para que mire al público, para distraerse y olvidarse que se están cayendo y tomar otro de sus pasos...)

Tapo, tapo. Cosas que hacer allí. Vericueto, nueve letras. Vericueto.

(...para que se caigan del todo. Mira al público, ve que lo están mirando, vuelve a mirar al público, avergonzado.)

Voy a bajar mis pantalones un segundo. Lo que se ve no es útil. Lo que se ve hay que limpiarlo.

(Llora silenciosamente. Sigue llorando y extiende una mano hacia abajo. Sigue llorando y se apoya con la otra mano sobre el bastón o el muro y se baja lentamente hasta alcanzar sus pantalones. Los sube. Se los abrocha. Para de llorar y se pone en orden a su manera. Cierra los ojos y se queda muy quieto, como si estuviera tratando de arrancar la hoja con la imagen de lo que acabó de suceder del álbum de sus sesos. Abre los ojos y empieza a caminar a su manera. Da una vuelta y termina en la cajita de nuevo. Lo siguiente es lo que dice en el camino.)

Mío.
(Pausa.)
Cinco letras verticales.
(Pausa. Paso.)
El viejo donde riega sus huesos.
(Pausa.)
Regar lo mío pardo, pecoso— se ve.
(Pausa. Paso.)
La corriente de mis jugos. Cinco letras bajan.
(Pausa. Paso.)
Cuatro letras horizontales, mío.
(Pausa.)
Quedan cuando se va.
(Pausa.)
Letras horizontales en los baches.
(Pausa. Paso.)
(Lo dobla otro dolor) Saltos.

(Intenta bajarse a la caja y se va al piso. El dolor que siente al caer lo sorprende. Se voltea boca arriba y se empieza a reír. Es una risa irónica, sin duda, pero también tiene cierto goce, termina por ser contagiosa. Busca algo en sus bolsillos. Al fin lo encuentra y se esfuerza para voltearse boca abajo. Sigue riéndose a ratos. Lo que tiene en la mano es una tiza o una piedra. Lentamente y con dificultad—está sudando—empieza a dibujar un cuadro de golosa en el escenario. La risa lo sigue atacando de vez en cuando.)

No hay nadie.
(Pausa.)
No hay nadie en la casa.
(Pausa.)
De noche no hay nadie.
(Pausa.)
Veo todo lo que no hay en la oscuridad.
(Pausa.)
La casa espera con ojos cerrados.
(Pausa.)
No hay perros.
(Pausa.)
Ahí está sin caerse.
(Pausa.)
No hay mío, no hay de nadie.
(Pausa.)
Las bagres todavía están lejos, los palos.
(Pausa.)
Mis jugos las atraen. Cinco letras escarban al muro.
(Pausa.)
La casa suspira, se cansa, se dobla.
(Pausa.)
La casa vomita tierra por las ventanas, por la puerta.
(Pausa.)
La casa se amontona en tierra, no es de nadie.
(Pausa.)
Los muros de la casa se doblan y caen bajo el peso de la tierra.
(Pausa.)
La puerta queda horizontal en el aire. Los dientes de las ventanas están regados en el pantano pardo.
(Pausa.)
Lo que quedaba al pie de un muro se sepulta, con las alas todavía pegadas al cuerpo, bajo el batido oscuro de la tierra que escupe esquirlas de baldosín.
(Pausa.)
Que no lo encuentre nadie, que no lo vea nadie, que sirva para ser cosa por allá abajo.

(Termina escribiendo “cielo” más o menos en el último cuadro y empieza el laborioso proceso de subirse. Está vez sólo lo logra a medias y sin el más mínimo aviso se va fuertemente al piso de nuevo. Está roto y el dolor es inmenso. Abre los ojos ciegamente pero su actitud es exultante. Una serie de espasmos pasan por su cuerpo como si fuera su último salto. Lo siguiente lo grita como si se hubiera ganado la lotería:)

¡No Me Veo!
(Suelta la carcajada.)

¡No Me Veo! ¡No Me Veo!

(Aquí se queda quieto el cuerpo, se quedan quietos los ojos abiertos. Su rostro debe caer cerca pero no dentro del “cielo”)

(Apagón.)

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