jueves, 16 de julio de 2009

EL DESVANECIMIENTO DEL ALMA EN CAMINO AL LIMBO. Autor: Mario Ángel Quintero





El desvanecimiento

del alma

en camino

al limbo

Mario Angel Quintero




...alza le veleomai la navicella del mio ingegno...
D. Alighieri

Purgatorio I, i-ii





I.


Se fue la luz

Dentro de una jaula

Suspendida

De un cable

Encima de un patio

Desde donde

Un pitbull

Me mira.

El crepúsculo

Esboza la luna

Y una estrella.



Un trazo torpe

Siempre se deja

A propósito

En una pintura

Musulmana.

Un reggaetton

Empieza a llegar

Desde una ventana abierta,

Para que nadie crea

Que aquí se compite con Dios.





II.


Darwin será padre,

Y está muy optimista

Que la próxima generación

Sea más inteligente.

Sin embargo, no se resiste

Una olidita

Bajo la cola

De su amada

Para ver

Si aguanta

Otra montadita.



III.

Los taxis no siguen

Hasta los semáforos.

Se quedan en la sombra

Bajo los árboles.

Virgilio no llegó

A tiempo,

Y tengo que

Hacer la vuelta

Solo.

Temo que me haya

Perdido en el camino

Y casi me gano

Un abrigo de plomo.

Lo otro ocurrió tan rápido

Que no me di cuenta

Cuál me quitó la plata,

Si fue Cianfa o Agnello.

¿Por qué no he puesto la denuncia?

Es que hoy en día no se distingue

Los ladrones de las culebras.



IV.

Los calzoncillos del sargento,

Más elocuentes que de Bergerac,

Le insinúan algo sutil,

A través de los guantes de gala,

A la tanga fucsia, fosforescente

Y efímera de la dama de la farmacia,

Una Yuleidy sin dote,

Pero con Príncipe por hora.

Quizás un viento inesperado

Fomente algún contacto,

Algún roce de telas...

Pero la lluvia de anoche

Ya pasó, y el sol

Calienta las tejas de la pensión.

Todo subirá de temperatura

Sin la necesidad de pasión.

Con que éstos son los buenos tiempos.



V.

Lear busca a quien llamar.

Lo han ignorado otra vez.

Marca cada número de teléfono

Con una ira majestuosa.

Sus gafas tiemblan

En la punta de su nariz,

Los lentes opacados por caspa y por grasa.

Sus canas tempestuosas

Hacen el papel de corona.

La levantadora abierta,

Las uñas amarillas

Asomadas por las chanclas.

La corte parece

Estar ocupada

Con otros asuntos.

La furia de Lear

Se embotella

En dos buzones

Y en el oído

De una hermana de alguien.

Hoy tiene tanta rabia

Que quizás

No se tomará

Sus pastillas.


VI.

Cancerbero es

Tres bellezas que se agarran

Después de haber

Obstaculizado la vía.

Recién duchado

Y sin embargo vulnerable,

Bajo el vidrio del taxi.

Caronte me mira

Por el retrovisor.

Se ríe.

Seguramente es que se veía

Muy bonito sin el casco.

Pienso en lo que fue Aquiles.

Pienso en el espiral que trazó Ícaro.

El talón del motociclista,

Elevado e intocable,

Resultó ser su única presa

No destripada.

Pago la mínima y me bajo

A la corriente purificadora

E hirviente de la calle.

Todavía falta bastante

Para llegar al limbo.


VII.


Mis alucinaciones

Florecen y se riegan.

En un dedal escupe

Dédalo en ayunas.

Amanece a solas.

Laberinto, su cuerpo.

Algo crece, come.

Metástasis en lirios.

La nostalgia rebana.

Me he vuelto gusano

Que busca en lo muerto

La radiante membrana.

La pulpa de un muslo

Como un huerto donde

Fruta tumba a rama.

Estar perdido también

Es asunto de volar.

Por lo menos, en los

Primeros momentos.



III.


A la ménade al frente

Se le ve el pipí,

Asomado como su ambición

Por debajo de la túnica.

Sparagmos y vino rojo de cajita

Que quedó de la despedida,

Anima a la barrita, pintoreteadas de furias,

Después de la función.

Orfeo tiene los cachetes rojos,

Tiene ganas de bailar.

Pero su cuerpo lo ablandan con rumores,

Con saliva, entre dientes blancos.

Su cabeza, una piña dorada,

Flota sola sobre corrientes tiernas.

Sus bocas todavía ensangrentadas,

Ellas se suben en puntillas,

Estiran lo que vende,

buscan su reflejo,

Ecos, contra el parabrisas, aplastados.

Un descuido, al retrovisor una mirada.

Todas terminan solas.



IX.


Gretel se comió las miguitas de pan.

Nunca había estado tan frío

Ni tan denso el bosque.

Pollitos dando vueltas sobre el carbón.

Ser el deshecho de una rosca.


La pareja se comió el carro.

Se comió la casa, se tragó al prójimo.

Acabó con los días.

No dejó para el año entrante.

Se chupó el tuétano.

Se bogó el caldito.


Ahora Hansel extiende la mano.

Estrechamos un huesito fraternal.

Mala suerte, estupideces,

Que las hay, las hay.

Alguien les calentó el oído.

Ahora andan perdidos,

De balde entre puentes

Y los días de fiesta,


Pidiendo que los lleve

Él que los trajo.

Pero si quiere pasar

Al otro lado,

Deleitarse un rato

Del pastel de gloria,

Pegajoso y dulce,

Hay que pagar el pato, amorcito,

Hay que pagar el pato.


X.

Acompañado sudorosamente

Por tres músicos vestidos de Piel Roja,

Raspo la oscuridad visible con una uña,

Que lo en mi oscuro ilumine al fondo.

Desde mi naturaleza sobre ella misma,

Dos muecos, muertos de la risa,

Lanzan los huesos frescos

De un animal grande a la densidad

Entre las dos puertas abiertas de una jaula,

Alas de acero estorbando taxis.

En llamas cerebrales, de cabezas

Arrojado a un hueco sin fondo,

Para amontonar mis esfuerzos.

En el desequilibrio, justicia justifica,

Se desliza sobre la grasa y la sangre,

Tumbándome a carcajadas,

Yo, que colgaba de sólo un cartílago.



XI.


Burro viejo, dice mi mujer.

Las flores levantan sus cabezas,

Se ríen y se despegan de sus tallos.

Se arriman por el aire como hadas,

Coloridas y efímeras.


No te quedes ahí, burro viejo.

En la noche, violencia.

Al sol, sólo tres vejigas

Tirándoselas de charritas.


¿Dónde? rebuzno.

Donde los ladrones

Se enamoran,

Hacen el oso,

Y los matan.


Lo que me lucía ayer,

Hoy no.

Los niños

Nos torturan.

Sus madres

Los felicitan.


Mastico pétalos de rosas.

Me asomo, y cae una cascada,

De esclavos y martirios,

Para remodelar a un encanto.


Tras esta enredadera

Humana, densa en hojas,

Mis ojos húmedos

Parpadean.

Las flores se aquietan.


Una mano tierna,

Quizás ciega,

Bajo el sol picante,

Se extiende.

Ven, burro viejo, ven.

Salimos del jardín a pié.



XII.

Gris se choca contra gris,

Golpes en la monotonía.

El cielo da vueltas.

No – Soy yo él que

Las da, boca arriba.

Sigo a la deriva

En la navecilla

De mi pequeño ingenio.

Crestas de sal

Y de diarrea.

Alucinaciones chapucean

En los hoyos de las olas inmensas.


Somnolencia a brincos,

A caídas. Quién

Suelta a algo alado

Sobre semejante mar,

De semejanzas,

De espejismos.


Apenas hemos empezado.

El diluido viento

Dulce de un lirismo

Antes entristece más

El poco de azul

Que, detrás del gris,

Suena trompetas.


El cielo es una montaña.

El mar es una montaña.

Antes que se me venga encima

Me esparzo sobre las astillas

De él que alcanzó a ver

Pero no llegó.

Su arco en pedazos

Terraza tras terraza,

Gris se choca contra gris.



XIII.



Los ríos encuentran

A su hijo.

De hecho, él,

En una ribera espera

La respuesta curva.

La espera.

Abraza el aire.

Como un pájaro

Apunto de descansar.

La espera.

La respuesta

De eco

Llega desde

Lejos.

Cruza el agua

Cubierto con

Pétalos.

Lo que se pierde

Eco

Entre montañas.

Sin una ley

Que nos bendiga.

Quién descansa

Mientras hay peligro.

El hijo del mar

Es una montaña.

Un segundo ojo

Le sobraría.

A solas en su cueva

En la montaña,

Abusa de su mujer,

De sus hijos.

Deja que se pudran

Los frutos de su tierra.


La respuesta

Se enreda.

Una jaula dorada

Cae desde el morro

De un trasteo,

Se va por un barranco

Da vueltas

Por el risco

De la respuesta

Se rueda

Lo derecho es mentira

Se redondea

Sin temor, como una piedra,

Devora lo que se encuentra.


Pero las aguas

No hablan, caen.

Llenan.

Empapan e hinchan.

Poco a poco tapan.

Crean un espejo inmóvil

Que refleja el cielo.

Silencio imperturbable.

Superficie imperturbable,

Iluminada a través

De toda su extensión

Por los pétalos blancos

De las nubes.


¿Y la respuesta?

¿Alguna vez?

Lo que se pierde

Entre montañas

Bajo

Un derrumbe

Cualquiera.
***
Mario Angel Quintero. Nacido en San Francisco en 1964. Ha publicado los libros Globo (1995), The Fifth Season (1996), Mapa de lo Claro (1996) y Muestra (1998). Fue coeditor de la antología Párpados (1995). Escritor, poeta, hombre de teatro, pintor. Vive y trabaja en Medellín.Estudió literatura en la Universidad de California. Ha publicado obras narrativas en inglés y español en numerosas revistas colombianas estadounidenses y canadienses. Cofundador de el grupo Párpado Teatro. Exposición de pinturas bajo el título Cirugía en la Galería Exfanfarria Teatro. 2008

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