PRESENTACIÓN
Jaime Mejía Duque
Sea breve o sea extenso, un texto bien escrito produce alegría e invita a la invención (en cambio, una página burda sólo genera emociones negativas). Es la doble ley —ética y estética— de la literatura.
Pero un “buen texto”, como presencia artística real, presupone diversos y exigentes requisitos entre los cuales el talento (creatividad innata) no es sino la condición primaria. El trabajo y la sinceridad del autor consigo mismo son, sin duda, esenciales para la validez del resultado. En suma: la vocación, que reclama plenos poderes, no puede engañarse ni eludirse impunemente.
En este libro de José Martínez Sánchez se trata de poemas en prosa, un género cuya prestancia en la época moderna desciende de Baudelaire; las prosas líricas de éste son tan significativas en el orden de lo bello, como las mejores estrofas de las Flores del mal. Y hacia finales de aquel siglo Oscar Wilde rescató la dignidad del gran modelo, afincándose en el corazón de la leyenda y el mito.
En Colombia, como en el resto de Latinoamérica, esa forma, desde Rubén Darío, ha proliferado por épocas, con éxito muy vario.
Los poemas en prosa que integran Palabras del apóstata, de Martínez Sánchez, en donde la invención nuclear pertenece por momentos al reino de lo insólito, participan un poco también de la modalidad de lo fantástico y paradojal.
El apóstata cuya voz —no exenta de humor— modula tales mensajes desde lo imaginario, no es otro que el Poeta insubordinado contra los tópicos de la sensibilidad y del lenguaje, reflejos de aquella empecinada sacralización del mundo que hiciera posible, aun en tiempos de escepticismo, hermanar la poesía con la religión. Lo cual no impide que en los textos de Martínez Sánchez retornen, como asordinados, algunos temas más o menos tradicionales; sólo que en estos textos —seminarrativos con frecuencia—, ellos han sufrido desplazamientos furtivos. Ahí radica quizá uno de los elementos de la mencionada apostasía.
La calidad de estos poemas, vale decir la inteligencia y el sereno y económico brillo de su lenguaje, en donde las imágenes son portadoras de un pensamiento muy personalizado, hacen del conjunto una creación con méritos propios en el ámbito actual de la poesía colombiana.
Y la humanidad, que tan alto había llegado, cayó muy bajo. Lo que antes se había consagrado al alma, se consagraba ahora al comercio.
John Kennedy Toole
JUGANDO CON LA SOMBRA
“Un sueño no es más que una sombra”.
Hamlet
EL PRINCIPIO DE HERÁCLITO
No quiero una legión de muertos en mi casa. Para qué, si el río de Heráclito llama la tempestad. Las casas de madera suben hasta las últimas copas de los árboles, millones de cuerpos de todas las edades lanzados por la ventana del olvido, tormentas eléctricas brotando del cielo... No quiero una bandera ensangrentada a la hora de contemplar el cenit. Para qué, si el río fluye inexorable por las arterias del hombre. Que los jinetes del Apocalipsis no vengan a mi aposento. Prefiero al escolarca de Citium con su mirada de ganso dirigida al pórtico de los estoicos. No permito que me hables de esta edad oscura, cuando la muerte avanza sobre las calles del único país que habitas.
EL PUNTO Y LA LÍNEA
“La segunda dificultad está en la esfera misma”.
Julio Cortázar
Y quién dijo que un hombre, por muchas vueltas que dé, regresa al punto de partida. Si todo punto se aleja infinitamente de sí mismo, si ni siquiera la imagen del punto concéntrico constituye una base firme para la multitud de imágenes reflexivas, cómo puede el hombre seguir la trayectoria de la luz que fenece. Suponiendo que el problema llegue a un punto insoluble, no sobra llamar a los cartógrafos para que nos iluminen con su entendimiento. Que saquen los esferogramas y nos digan, de una vez por todas, dónde está el corazón del hombre en este fin de siglo.
CONVERSIÓN
La hormiga, un verdadero despliegue filosófico. Entre la pata de la mesa que sostiene el codo y la extremidad donde espera el vino, un tramo recorrido. No tienen razón los detractores de Aristóteles cuando desconocen la profundidad de la hormiga. Ni Zenodoto de Efeso, más conocido como bibliotecario de Alejandría, pudo evitar esa mirada a la hora de comparar, variando un poco la costumbre de Eratóstenes, el mitógrafo, ese ritual del punto en movimiento. La cuestión se complica si en vez de volcar el vaso de vino nos convertimos, de pronto, en el escarabajo de Kafka.
LEVIATÁN
Si quieren saber de mí, busquen a un ser oculto en los escombros. En la inmensa extensión, tal vez arrasado por el último vendaval de sierpes aladas, debajo del Vesubio de lava y ceniza, o junto a los papiros olvidados por el fuego en la biblioteca magna. Si quieren saber de mí, abran las puertas de mi templo. Un aullido de olas furiosas dará cuenta de sus actos.
ESTÉTICA
El demiurgo me escribe desde la otra orilla, sentado en su trono de cristal, convertido en constructor poseso de castillos de arena. Yo, desencantado, arrojo la pluma a la superficie de mi naufragio.
MANOON
Para llegar a Manoon debes visitar tres veces el mismo templo. La primera sentirás el sonido de la palabra en la punta de la lengua, mantra, vida. Será la inocencia donde la energía del mundo actúa como seducción de otros universos. Cualquier mínima alusión a la verdad que buscas te lanzará al principio, allí donde el germen reseco empieza a desvanecerse. La segunda vez estarás en los túneles secretos de la pirámide. Verás la oscuridad de la duda, la lucha intensa de las sombras en las cavernas del miedo. Empezará para ti el viaje interminable, la tercera visita al gran templo sagrado. Sólo de cuando en cuando advertirás un orificio por donde se insinúa la luz. Manoon está al otro lado, mirándote con el único ojo que le sirve de guía.
DICEN
Dicen los pasados hombres de letras, tan distantes como la fecha de edición indica a la vuelta de la segunda hoja del obituario, que los antiguos letrados practicaban artes adivinatorias. Dicen que si los antiguos creadores de imágenes soñaban con una pantera irreal, ello no quería decir que estuviera viva, menos aún asediando a las mujeres del rey, sino que la imagen de su escritura parecía tan perfecta que no les quedaba alternativa distinta a predecir el futuro. De cualquier modo podían convencer al emperador sobre la conveniencia de redoblar la guardia en las tiendas de campaña. Lo que a la postre no admitía duda alguna era la ausencia de una lengua apropiada para reconocer el origen de la imagen soñada.
PALABRAS DEL APÓSTATA
Sentir crujir el cobre como moneda falsa. Sentir caer el vino a los pechos de las bailarinas de Río, las especias, una que otra alhaja en la feria de la vanidad. Sentir el viento renovado en la cima de cualquier montaña, lejos del condominio estéril, del inútil edicto. Apóstata al calor de los leños, descendiendo por mi propia grieta hacia el abismo sin fin. Como fiera sangrante me repliego a los lindes junto a mis antepasados, y de nuevo seré libre entre los riscos del Ande. Allí estaré, una heredad mejor no es lícita para los beduinos.
PAÍS DE POETAS
A Guillermo Valencia, in memoriam.
Vengo de un país atrapado en las formas. En sus casas y parques hay hombres de alegría insaciable, como de niños perversos en la puerta de la escuela. No recuerdan los viejos el canto de la mujer amada, ni saben las abuelas de aventuras con insomnes piratas. Han escrito entre todos un poema para honrar la memoria de los muertos. Al curioso que desee conocer a fondo ese país, yo le recomiendo visitar el cementerio a la hora en que los auténticos poetas se disponen a revolcar el follaje. Debe cuidarse, eso sí, de sacrificar un mundo para pulir un verso.
BASILISCO
Uno quisiera emprender la ruta por donde escapa el basilisco: fuego o pluma de faisán, manantial cósmico soñado por los Mayas. Uno quisiera estar dotado del poder de la roca para capturar la huella del objeto móvil. Si pudiera recobrar el tiempo como aquella serpiente que se devora a sí misma, sin duda vería una explosión próxima a la felicidad viviente. A escasos centímetros de la desaparición final, mis ojos —los grandes ojos de mis hermanos muertos— verían por última vez a un niño buscando el poder del fuego que se tragó al basilisco.
LOS AMIGOS
De todos los amigos, hay quienes aman al que se encuentra lejos. No dispone de ejércitos guerreros contra el poder omnímodo de la risa, ni toma la espada cuando los pequeños triunfos anuncian la derrota. No hacen como Alejandro el Grande con la luz de los ciegos, porque su noción de claridad borra el espectro de la última estrella. Amigos hay de todas las formas y tamaños. Ellos quieren al hombre postrado en carne viva. De mis pocos amigos, yo prefiero al que no muerde la mano cuando entrego la pluma.
***
José Martínez Sánchez nació en Aguadas, Colombia, en 1955. Premiado y seleccionado en varios concursos nacionales de cuento. Premio nacional de cuento Fundación Testimonio, 1984. Premio nacional de Literatura Infantil, 1990. Mención de honor en el certamen internacional de cuento del Círculo de Escritores y Poetas Iberoamericanos de Nueva York, 1998. Ha publicado cuatro libros de narrativa, así como poesía y ensayo en suplementos y revistas literarias, entre ellas Prometeo, Punto Seguido, Mascaluna, Unaula y Universidad de Antioquia. Incluido en la muestra de autores hispanoamericanos preparada por la revista Letralia, de Venezuela. Aparece en las antologías mexicanas Abrevadero de dinosaurios y Perros melancólicos, dirigidas por Eduardo Villegas Guevara, 2008.
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