Un febril piano que retrata el amor
Rafael Patiño es uno de los poetas más talentosos y multifacéticos de la generación postnadaista en Medellín, ya que aparte de la poesía – y la versión de poesía en otras lenguas- ha incursionado con éxito en la pintura y la medicina alternativa. Cuando lo conocí, a finales de la década del sesenta, me impactaron la fuerza y el colorido de sus poemas de elán rimbaudiano, muy notables en el medio literario de aquel momento, que se caracterizaba por el reflujo o retirada de las aguas mansas y superficiales del nadaísmo deviniendo, poco a poco, en el pret a porter de la cultura colombiana. Era ya un excelente poeta “erótico–velado” en el sentido que le confiriera a esta fórmula encantatoria el surrealismo, a la que él agregaría, por su cuenta y riesgo, cierto regusto barroco y de lo real maravilloso, proveniente de la santería y la brujería afrocaribeña.
Como poeta erótico, creo, no tiene rival en la actual panorama de la literatura antioqueña… y quizás de la colombiana, donde no se le puede comparar el erotismo tibio y sentimental de José Manuel Arango o Darío Jaramillo, el seudomístico de Elkin Restrepo o el costumbrista y misógino de Raúl Gómez Jattin. De igual modo que resulta difícil encontrar imágenes y metáforas del amor carnal tan logradas y originales como las suyas, en otras obras poéticas de nuestro entorno poético. Para terminar con un botón en el ojal o una muestra a flor de piel, transcribo a continuación una mínima selección de sus versos: “De noche aúllo tu nombre ante la luna / quiero un bolero obsceno para apretarte”. “Toco la blanca piel donde cada noche / baila su ensenada mi lujuria”. “Bebes la blanca lava de mi daga / con la encarnada glotonería de tu nuez”. O finalmente: “Universo incendiado entre una leche de lujuria / abyecto y delicioso empalamiento del amor”. Voy al baño. RAÚL HENAO. Medellín, 2007.
Tatuaje de molusco
Soy acalorada boca
Que un soberbio tatuaje de molusco
Masculla a tu oído
Enciendo el terciopelo de tus senos
Decúbito y supino abre tu océano su ojo
Alzas una pierna aquí
Y nos extraviamos en la fronda de tu bosque.
Ser cuerpo era un festejo
Ser cuerpo era un festejo,
Gajos de luz abrían heridas en el ojo ebrio,
Yo te decía ven y el cristal
Retrataba tus uñas en mi carne.
Un mástil erguido en mi cuerpo se mecía en tu
centro
Y mascullábamos al amanecer nombres
equívocos
Bella jeta alzada grupa fruto reverberante
Anillándose en el dedo
Axila donde insulé el olfato de fauno
Universo incendiado entre una leche de lujuria
Abyecto y delicioso empalamiento del amor.
A Orillas del Cosmos
Oculto azafrán de tu lujuria
Selva rabiosa de tu axila;
Arácnidos ardiendo bajo el sol
Muy táctiles iremos, allí
Donde el cielo pinta
Una elocuencia de sangre,
Con mi tallo en tu rosa
Y un licor de Venus
Subiendo desde el centro del planeta
Chorros de estrellas entre el grito.
Teorema incendiario
Dame tu untuosa fisura
Teorema incendiario,
Agua de jade
Que escancian las estrellas
¿Qué luna enloquece
Con el imán de tu mirada?
Quiero entrar a tu túnel tembloroso
Tiniebla de sangre florecida
Donde un espejo duda reflejarnos
En una inversión de amaneceres
Quiero entrar a tu untuosa fisura
Dame tus dulces lunas erizadas
Tribus de estrellas ya se agrupan
Para mirar el incendio del amor.
Si te veo se incendia mi animal
Si te veo se incendia mi animal
Devoro lunas con tu boca en mi boca
De tu bosque oscuro habito en el centro.
Te veo y un oro espumea sobre el éxtasis,
Mixtura de sangre que corta el aliento,
Simún desmayado en un lejano recinto
Donde el sol besa el indesatable nudo
De nuestros cuerpos.
Poetas Incendiados
Cerca de la fragante zarpa del día
Untuosa y brillante es tu piel
Bajo los zumos de luz
Somos la misma cercanía
Y nuestras bocas
Y la cosquilla del deseo
Y la espuela enrojecida del deseo…
Entre los piñales y la luna
Tu cuerpo llama la llama
De los poetas incendiados.
En la penumbra del tapete
Vas en el sombreado silencio de las voces
Cuando el sol se agosta
Y las locas pistas del cielo
Recogen la saboreada esfinge del amor;
Mueve tu cadera aquí,
Valquiria tropical,
Diosa en la penumbra del tapete,
Alza tus piernas entre el ardor de labios
Húmedas quejas de un amor de fuego.
Danza de Lujuriosos
Cuando tras exquisitas figurillas,
El fuego cósmico lubrica y lame
La fuerza del amor en nuestros cuerpos,
En la penumbra,
Fuera del coto de esa mente fiera
Y enjoyada con plumas
Toco la blanca piel en donde cada noche
Baila su ensenada mi lujuria.
Aldea del delirio
Quien dice lengua oh vellón soberano,
No te diré un verbo acéfalo
Pero un ronco ulular
Se incuba en la losa del silencio.
Así, cuando tu cuarto degüella al viento
En la ventana
Tú vas hasta la aldea del delirio,
Vuela la silaba rellena con la menta
De tu voz y bebes la blanca lava de mi daga
Con la encarnada glotonería de tu nuez.
Kama
Fresca aun la cicatriz del cielo
La untuosa amiga del placer se desliza a mí,
Yo la doblo en la redoma de plexo
-Loados el lingam y el yoni -
Cuando el cielo se multiplica
En la pupila ciega de nuestros sexos.
Tu cabello ondulando en el olvido
Yo que no helé mi boca apagada
Entre una soleada caja de Pandora,
He de atrever
Mi ojo de inexperto
Mi apuesta sin luto
Repliegue de zozobra
Que trepa la cresta de mi muro.
Oh caos de tu cabello
Que ondula en el olvido
Aguda vampiriasis que grita inmundicias,
Frascos rotos,
Embriaguez que me sumerge entre la
Lanudez hermosa de tu cuerpo.
Gemela del gemido
Cuerpo loable y gemela del gemido
Acodas tu vientre en mi alborada
Que cubierta por las algas
Boga en la neblina del vacío
Cuando entro en ti definitivamente
Con hermosos aullidos de lobo
Y de enarcado humano.
Seducción
Luego
Te rompes
Como cántaro
Como si una nube
Tu cara
Vida con sabor a boca
Te hundo el lado dulce de los gritos
Me ajusto de tu grieta
Pastoso alud del deseo
Te encuentro en el espejo
Vestida de agua
Rema la respiración
El aire
Muslo
Labio.
Penisismo
Este salvaje y dulce tren
Acento circunflejo de los techos
Boda de carne y hueso
Para que se colme mi rodilla
De lagartos luminosos
De islas delirantes
Fiebres musgosas
Alcohol de nuestra risa
Este salvaje y dulce tren
Hinchiendo de sangre
Sus cuerpos cavernosos
Cuando el palpito de tibias flores
Abren su acuoso señuelo
De carnívoras ostras.
Clavecín erótico
Entonces
¡Toc!
(Los brazos de doradas cabras)
Y tu tristeza
Oriunda de procesos ciliares
Se sienta
Al canto desvencijado
De pianos herrumbrosos
Entonces
¡Habas!
Me supinas
Bajo lo insospechado
Agredida ostra de tus muslos
Erecto cuerno
De mis cálidos chorros.
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