domingo, 19 de agosto de 2007

POEMAS DE CARLOS BEDOYA







ARMADA INVENCIBLE

“Entre las putas, los hombres
se vuelven más putas que ellas”
André Pieyre de Mandiargues



Alegría de presentir la tiniebla
grata al delirio que
ha esnifado tu breviario.

Templos inventando parajes
bajo sueños furtivos.

Brota de la piedra lumbre
el áspid polvoriento
del mirar a tientas.


Nubes de ficticias tonadas
nadean lunáticas
su risa
a la sombra del extravío.



HIPOGRAFITTIS

Para Rita Lina
(impune desechable)

Esta noche huye el rumor
destila misterios
tu balsa moruna.

Pasos de ganso
reciclando parasoles
en el cielorraso de la moral pública.

Retumban vacíos
a orillas de tu guitarra.



DÍAS A LA DERIVA

Días dispersos
en busca de algún instante
brisando en la punta
del cigarrillo.

Longas horas
matando el rato
en nuestras gargantas
con ese espléndido buqué
a vientos alisios.

Llovía sobre la cal ebria
de tu espaldar volcánico.

Nada más presentía vapor
entre grietas de ávidos
jadeos.

Un llanto de mareas bajas
encrespaba el pantano.



SE VA LA BALSA

Arde la noche con más angustia
cuando por fin
yacemos en la asfixia.

Tus ojos ya en mis labios
han partido
hacia el azul eléctrico
al bailar entre tantas ausencias
burbujeando
huellas de sedientos
invernaderos en llamas.

Al descongelarse el sol
la balsa rumbo al ártico
esplendor tiritando mi lengua
en tu arpa.


TEJELO ON ICE

No tenía miedo pero estaba
despavorido de asombro

Guy de Maupassant


El cielo en pedazos vocifera
con partículas hipnóticas
en ganga y poco a poco
tiembla
convulsiona
hasta el haztargo
y vuela
a prueba de fuegos
estentóreos rumbo de nuevo
al canapé de nuestras lágrimas.

La calle no alcanza
especie de Tejelo
congelado
por más ardor que le provoque
a retomar las armas.



FATAL FUEGO LENTO

La gran epilepsia del
tiempo.
Jules Michelet.

Siempre amanece
bosque paranoico
sin más opción
que no volver a ser
cómplice de tanta
mentira niquelada.

Hartos ya de no poder
marchar ipso facto
Sino de vernos obligados
a volver
again, again
a despreciar
por caprichos jerárquicos
esta cercanía solitaria
de la muerte
que fulgura
sobria sonriente dulce
al fin y al cabo
en el trasero del hallazgo.



IN PROZAC YERTO

El poeta ha hecho su morada
en la boca de la serpiente.
W. B. Yeats


La noche vuela con angustia
en el hangar ansiolítico
que a raíz de parapentes
insondables jadea exhausto
en la caja negra donde parpadea
el miedo sin horror.

Androides de vocación tardía
merodean ruborosos
en confines del aneurisma.

Hipotecando sus pesadillas
en pro de mártires ignotos
prometo
ser menos sumiso.




* *

Carlos Bedoya Correa, Medellín, Colombia, 1951. Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Pontificia Bolivariana, Poeta, Ensayista, Traductor y Programador musical (Jazz y rock, entre otros géneros). Obra: Pequeña Reina de Espadas (Ediciones Unicornio, Medellín, 1985), Víspera del Vértigo (Editorial Ojo Mágico, Medellín, 2004), Viajes en la Cuerda Floja (Editorial Endymion, Medellín, 2006). En 2002 se publicó en Londres, Inglaterra, su traducción de La Escultura, del poeta hindú Aminur Rahman. Distintos trabajos suyos han aparecido en Antologías realizadas dentro y fuera de Colombia. Acerca de su trabajo poético anotó, en el prólogo a Víspera del Vértigo, lo siguiente: “Ignoro los motivos por los cuales escribo, de ahí que me resulte dificil, al menos un tanto, hablar de representaciones sumergidas por una aventura de mil filos, asumida de manera casi plenamente inconsciente. Pareciera vivir a la espera de lo inesperado. En completo estado de alerta. Me asombran, me obsesionan los espectros de las cosas. Si tuviera que señalar un deseo en mí, una voluntad digamos de escritura, sería la de instaurar el milagro que el todo encierra, y volverlo visible, audible, a través de imágenes brotadas del mar interior como peces volátiles. Se pueden tener muy buenos propósitos al escribir e incluso llegar a dominar ciertas técnicas, ciertas estructuras formales y sin embargo, no dar cuenta de la visión que es tal vez el hechizo del poema, un demonio que nos enfrenta al papel en blanco. Creo que los sentidos, y en especial su desarreglo, su desorden, son la clave, el estimulante de la dimensión relampagueante, visible para muchos, mas incomunicable para casi todos”.




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