sábado, 29 de octubre de 2011

Los elementos de la alquimia (Selección de poemas) . Daniel Día.


 a   María Magdalena, 
la errante,
desde las antiguas arenas del desierto 
a los confines  tierra adentro.




Estrofa al alba del 14 de septiembre
de 1959


Soledades del cielo, las estrellas;
los hombres, soledades de la tierra;
nos separan dioses, mas luchamos 
hasta habitar un día entre los astros.

    Jorge Gaitán  Durán



Tzolkín

Como hijos de las estrellas
vendremos a sembrar de cielo la tierra,
de eternidad nuestro trance
de esplendor nuestra senda
de plenitud nuestro corazón,
de amor
nuestra existencia…
y un alfabeto galáctico
ofrendará las palabras
para erguir nuestros sueños.

Claudia Trujillo
La sombra del árbol


De repente la sombra de un árbol cayó sobre mi cuerpo, pero en derredor no había árbol.

Ahora espero que la sombra de ese árbol ascienda en mi sus raíces, que su tallo sea su tallo y no mi cuerpo y que los frutos sean los frutos innombrados de la sombra. Que se agite y convulsione en mi torrente la savia que le nutre. Que se conjuguen como espiral su precipitud de cielo y su vocación de profundidad.  Su esencia de abismo y ascensión habiten el vacío original del que procede; y su forma, la materia informe de la nada.  Que su espacio sea un habitáculo del tiempo que no tiene espacio ni perennidad.

Será la sombra del árbol que nombre el origen, la procedencia del origen y su devenir, el caos y la armonía del caos, la violenta lucha de los elementos y las cosas, de la sombra de las cosas y los elementos que se nombran por sus nombres.

La música de la sombra sonará en el silencio de la sombra y la sombra de la música en la sombra del silencio.  Origen de todos los sonidos y todos los cantos; después, si hubo un antes, el reposo, porque el movimiento vino con la sombra del árbol que no podemos nombrar, pero sabemos que existimos por su sombra.

La sombra inabarcable nos abarca, fuego inextinguible en el que renacemos, como renacen también, innombradas, las estrellas del polvo.

Las raíces de la sombra son la fundación telúrica de las palabras; arrancadas, fueron grito y nacimiento estremecido de los nombres.  En sus perfiles, movimiento y conjugación.  Toda sombra es acción de sí misma, hace crecer al árbol, traza sus distancias invisibles, sus recodos inasibles de donde procede el viento.  Los ciclones son muñones del árbol arrojado (prohibido); la lluvia es la sustancia líquida de la sombra; los ríos, la savia impetuosa de la sombra arbórea del mar.

Quien cortó el primer árbol fue expulsado de la sombra, habita las tinieblas.  Todo árbol es luz y sombra de la luz.
La Noche es la sombra mayor del árbol, su fuente primordial, expansión de su semilla, su flor imperecedera, la bóveda fundante.

Cuando cruzas la Noche asciendes a la raíz del árbol; por la raíz el árbol se aferra de la sombra.  A quien corta un árbol, la sombra cae en sus ojos cegándole, pierde la visión del árbol y de sus frutos luminosos.  Repercutirá para siempre en sus oídos el estruendo mudo de la caída “¡odumodneurtse!” “¡odumodneurtse!”.  No contemplará los nacimientos ni escuchará su canto sino su grito.

El insomnio fue esparcido sobre la tierra cuando cortaron el árbol de los sueños.

En la sombra perdura la condición flamígera del árbol.  Los árboles conviven con el fuego y con el espíritu del fuego.  El bosque es un incendio perenne que nutre los ojos.  La florescencia del guayacán es un estremecimiento del sol; las flores caen al abismo de la sombra cubriéndola con un manto solar en donde mora la salamandra.  La sombra renace del humus como Ave Fénix y preserva el secreto del árbol y el misterio del fuego.

La salamandra trama en su piel la corteza del árbol.



Luna de locos

a Giro de la Mirandolla

Los locos llevan la luna entre los ojos

Desorbitada esfera espiral sin centro
donde naufraga la noche barco de penumbra
pupila y párpado henchidos por la sombra
esa montaña de cráteres y ríos
fuego sagrado en las cuencas donde moró la sangre
y el silencio fue grito y mutación el rostro

Los locos llevan la luna entre los poros

Noche son y soledad curtida por aguas sin reposo
sólo les asiste su verdad enloquecida fiebre
y el puño de donde mana la leche de los días noctívagos
cristales fundan a su paso para el limo del insomnio
en sus huellas un halo un resplandor de cometa y de olvido

Los locos llevan la luna entre la boca

Nombran el sol con risa de canícula baba de azufre
dientes de piedra que muerden la sal y el óxido de nubes
                                                                         la espesura

Clama en su boca ¡Dios, por qué no me has abandonado!
y exige ¡mamá, deberías cuidarte un poco más de mí!

Boca de luna de locos          ¡ay! de mí          luna


Agua esencial

a los Nukak Makú

quién   pondrá agua en mi pecho para los latidos

           traedla de la cúspide de los nevados
          del fondo de los lagos donde nacen los ríos
          del vértice de los polos

agua esencial para mi pecho
  cráter de paso
 a migraciones de aves antiguas
 de nómades ignorados que robaron el fuego
 y el principio del fuego

 a cada siglo de olvido
retornan al origen
 las aves
 a cada explosión en desbandada

quién pondrá agua en mi pecho
         para el fluir de los sentidos

 trastocados sentidos
 por imágenes de horror y devastación

 una mujer
 recorre el desierto tras la estrella de la fugacidad
 el sol rojo tragado por el mar de la discordia
 un niño llora en la esquina de la guerra

quién  pondrá agua en mi pecho
          para escuchar
          las palpitaciones del mundo       de la tierra

agua en mi pecho
          para ver a los pueblos liberarse
          del paradigma del poder

agua en mi pecho              ¡pronto!
         que revienta mi cabeza



Avalancha

“nadie se baña dos veces en el mismo río”

Sale del océano un río                 Inunda               El delta de la desembocadura
Choca contra el puño        Del río de la sangre              Quebrándole los huesos
Asciende incontenible  Surca la sabana  Cruza el valle  Reconoce los cuchillos
Trepa cataratas y cascadas      Recupera la fuerza      Destruyendo los embalses
Serpiente escalando las montañas                          Harto el mar de tanta muerte
Retorna al origen            Purifica con su sal la tierra            Arrasa en su caudal
Nubarrones     y    aludes     y     lodo del cielo                                       Busca
La estrella fluvial                                                       En el nido de los cóndores


a Remedios Varo, “Tejiendo el manto terrestre”




Alquimia

a Claudia Trujillo

un círculo de fuego para el renacimiento del origen en donde se consuma la palabra prisma del silencio al iris de los ojos esferas que circundan la luz y la oscuridad de la existencia trazos en el cuerpo que recorren las distancias las paralelas del olvido hacia el punto de la fugacidad el finito horizonte del reposo espiral de la sangre el pasado es el álgebra del futuro dictan se lee en las estrellas se escucha todavía en el eco de los tambores de la selva se percibe en las señales de humo legado de los antiguos guerreros sus cantos ceremoniales hacen la guerra a la cibernética a la desinformática el graznido de las águilas funda cantos nuevos su vuelo estelas en la memoria deshacer las pirámides para levantar un punto abolir la torre para rehacer el habla la extraviada arquitectura de los sueños las vocales brotarán de las piedras arrojadas por el sol polvo lunar impregnará el rostro de la esfinge a imagen y semejanza de los huesos el esqueleto articulado se levantará de las tumbas secretas y recorrerá los desiertos que los caracoles sembrarán de espuma noche cósmica de constelaciones el origen en el círculo de fuego una geometría de ríos y montañas en el cuerpo danza de los elementos el viento fluye en las clepsidras donde el agua retorna a los nacimientos a las esporas de la noche los labios nombrarán el día de cristales las pupilas se inundarán de llanto marino y la sal recobrará su sabor salobre almendra de los ojos en el crisol de pedernales alquimia de la vida