martes, 21 de diciembre de 2010

UN POEMA DE JEAN ARTHUR RIMBAUD




¿Qué son para nosotros, corazón, las manchas de la sangre
y de las brasas, los mil asesinatos y los largos gritos
de rabia, sollozos del infierno derribando
cualquier orden; en tanto el ciclón brama sobre sus ruinas;

y toda la venganza? ¡No son nada!... Pero a pesar de ello,
¡la queremos! Industriales, príncipes y senados:
¡Pereced! Poder, justicia, historia: ¡abajo!
Esto se nos debe. ¡Sangre! ¡Llama de oro!

¡Mi espíritu he entregado a la guerra, a la venganza,
al terror! Volvamos a morder. ¡Ah! Pasad ya
repúblicas de este mundo! Emperadores,
regímenes, colonos, pueblos. ¡Ya basta!

¿Quién removerá los torbellinos del fuego furioso
sino nosotros y aquellos que imaginamos hermanos?
Venid, románticos amigos: esto va a gustarnos.
Jamás trabajaremos, ¡oh oleajes de fuego!

¡Desapareced, Europa, Asia, América!
Nuestra marcha justiciera lo ha ocupado todo.
¡Ciudades y campiñas! ¡Seremos aplastados!
¡Saltarán los volcanes! El océano aterrado.

¡Oh amigos míos! Mi corazón, seguro, sabe que son hermanos:
¡negros desconocidos, si fuéramos!¡Vayamos! ¡Vayamos!
¡Oh desgracia! ¡Siento estremecer la vieja tierra,
sobre mí y es vuestra más y más!¡La tierra funde,
pero no importa! ¡En ella estoy! y estoy para siempre

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