viernes, 13 de marzo de 2009

Un poema de Raúl Gustavo Aguirre (Enviado por Luis Fernando Cuartas) para despedir al poeta Iván Enrique Mazo Guzmán



NOSOTROS


Y por último, un día nos decidimos a partir.

Tenemos equipajes y algún papel en el bolsillo con
anotaciones minúsculas;
un número de teléfono al que no llamaremos jamás,
el nombre de unas píldoras para dormir o no dormir,
el relámpago muerto de algún poema.

Tenemos equipajes con ropa y máquina de afeitar y algunos de nosotros
botellas de coñac o perfume o aceite para el sol
y libros sagrados y de álgebra y de ciencia ficción,
tenemos treinta años y padecemos todos, cada uno según su necesidad,
humo y amor y redes y violencias, sed de verdad, insomnio
[y desesperación,
y hemos sacado algunas conclusiones.

(En la ciudad inmensa cada uno cavó su guarida,
acumuló sus propiedades, sus olvidos, su oposición a la muerte.
Cada uno disfrutó de derrumbes y papeles en blanco,
lloró de rabia ante las cajas fuertes del tiempo,
firmó con mil imágenes de Dios pactos después desconocidos,
creyó en todo,
abrió sus brazos, tomó vino, contó dinero, acarició, supuso
librarse bien, salvarse, haber hallado cómplices para la gran reunión
[en la sala principal de la cueva
para el acuerdo universal del que saldría limpio e inocente.
Pero no hubo al fin más que carozos y cenizas y botellas vacías.

Queda la noche, sin embargo,
la noche abierta a los pequeños ensayos de fuga ya los
[pequeños abismos,
el fondo de la noche donde tampoco habrá solución
porque igualmente se lo habrán montado, se lo habrán repartido
[sin concederle siquiera que tuvo algo que ver,
que él puso algo de su parte también;
algo de buena voluntad, de asombro, de inocencia
y no tan sólo su cara de extraño.

En la comisaría lo apalean por gritar en la calle
que el suyo es un horrible país, y en el casino
le prohíben la entrada porque ven en sus ojos
el fuego inconfundible de los videntes.

La mañana está lejos, de cualquier manera:
puede durar un poco más esta frágil tregua nocturna
antes del sol y el ruido de las máquinas y la pobreza mental.

Entra en el bar y mira aquella mesa:
ella por fin ha vuelto.
Afuera ha comenzado la lluvia,
y melancólicamente
los dos conversan de su amor de diez años atrás.

Después se encuentra solo en el filo despiadado del amanecer.

En la puerta de un sótano la música de Charlie Parker
lo atropella en su fuga hacia las estrellas afiebradas
y siente que ya sabe hasta su última mentira.

En su cabeza brilla una bella ecuación
pero a los camaradas no les sirve
para cambiar el mundo.
Los bares del olvido están cerrados para siempre,
no tiene donde estar y la lucidez se paga sabiéndolo.)

Todos perdidos en la noche y roídos por innumerables agravios,
todos equivocados y autores de desastres irreparables,
todos dementes y llagados y llenos de bichos y de confusión,
ustedes, yo, nosotros, mis amigos difíciles, cazadores de lejanos poemas
sobre la gran llanura marcada por el rayo.


***


RAÚL GUSTAVO AGUIRRE.Poeta, antólogo y crítico nacido en Buenos Aires en 1927. Ligado a la corriente poética llamada "invencionismo", desarrolló una intensa actividad en el esclarecimiento de los movimientos de vanguardia, como teorizador y sistematizador de las más importantes expresiones de esa escuela. Gran parte de la labor realizada en ese sentido fue llevada a cabo durante la dirección de la revista "Poesía Buenos Aires". Allí tradujo y presentó a un sinnúmero de nuevos poetas. En 1952 presentó su Antología de una poesía nueva; en 1954, en los números 13 y 14 de la revista antes citada, publicó Poetas de hoy: Buenos Aires, 1953. "La poesía óha escrito Aguirreó es una de las pocas posibilidades de comunicación humana cierta, tal vez la única. Ella hace posible que nos encontremos en una verdad de fondo. Que existamos: enteros, reales, libres. La poesía es verdad y belleza. Está allí, no es comprensible, no se deja apropiar, no se deja utilizar". Obra poética: El tiempo de la rosa, 1945; Cuerpo del horizonte, 1951; La danza nupcial, 1954; Cuaderno de notas, 1957; Redes y violencias, 1958; Alguna memoria, 1960; Señales de vida, 1962, entre otras. Pocos como él han logrado conjugar la labor crítica con la creación poética. Murió en enero de 1983.