miércoles, 3 de septiembre de 2008

MARÍA MELECK VIVANCO: EL MISTERIO Y LO MARAVILLOSO. POR: Raúl Henao.






Todo el deslumbramiento y la fascinación que despertara inicialmente en mi la poesía surrealista francesa parte no de aquel encuentro fortuito del paraguas y la maquina de coser sobre la mesa de disección del Conde de Lautrèamont, sino de la lectura de la Antología de la Poesía Surrealista de Aldo Pellegrini: poeta y traductor soberbio y multifacético, fundador del grupo surrealista argentino: “primer grupo de habla española y seguramente el primer grupo surrealista en un idioma distinto al francés”(1). A quien
en su momento, el poeta Juan Antonio Vasco, amigo y colaborador cercano, calificara como su “padre mítico(…) encarnación de la antipoesía y la ética surrealista en grado extremo”.

La lectura de la Antología mencionada -libro “iniciático” como pocos en el panorama de la poesía “viva” hispanoamericana - me concedería el privilegio o la gracia de acceder en su conjunto, en esa “perspective cavalière” del agrado de André Breton, a uno de los movimientos espirituales capitales de nuestro tiempo, donde el mapa y el territorio representado se conjugan en una sola aventura artística y poética emancipadora y libertaria…Explosivo-fija, erótico-velada, mágico circunstancial. Tal como reza la formula encantatoria consignada en el Primer Manifiesto del Surrealismo.

Dicha perspectiva panorámica nos permite de igual modo acercarnos a la poesía de María Meleck Vivanco, musa e inspiradora de ese primer grupo argentino que Pellegrini conformara a mediados del siglo pasado, con poetas de la importancia de Enrique Molina, Francisco Madariaga, Carlos Latorre, Juan Antonio Vasco, Juan José Ceselli y Julio Llinás. Es cierto que en ese conjunto de altísimos poetas todavía por “darse a ver” a la generalidad de los lectores hispanoamericanos, la poesía de María Meleck brilla en un tono menor, “a la sombra recatada de la violeta y no a la plena luz de la rosa”, nos dice Marco Denevi… Pero no por menos luminosa y resplandeciente, sino por la distancia remota que recorre su luz a lo largo de toda una vida, cuya suerte en repetidas ocasiones se ha mostrado adversa y poco favorable al estro poético de la autora.

A través de sus siete libros publicados y otros tantos inéditos, María Meleck, que en turco significa ángel o reina -nombre que le pondría su padre en homenaje a cierto personaje femenino de Las Desencantadas de Pierre Loti- ha perseverado en el ejercicio de “la escritura automática” en la que Breton veía encarnarse todo lo mediúmnico o alucinatorio del primer surrealismo y que - no sobra volverlo a repetir- definiera de una vez por todas como aquel “automatismo psíquico puro por cuyo medio se intenta expresar tanto verbalmente como por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento (…) con exclusión de todo control ejercido por la razón y al margen de cualquier preocupación estética o moral”.

Pero nos engañaríamos al pensar que para la poetisa cordobesa el automatismo poético en algún momento se constituye en acto deliberado o programado con antelación, porque en ella -que escribe “en cualquier momento, sin un tema puntual”, y que jamás se priva de de incorporar en su escritura “las travesuras” que le dicta el “inconciente total”, como sucede en otros poetas surrealistas más ortodoxos, la escritura automática se confunde con la inspiración, una inspiración de la más clara impronta romántico alemana … Movimiento poético y literario decimonónico que en muchos aspectos y posturas se adelanta al movimiento francés de entreguerras.

Es en este sentido -contrariando la opinión de la misma poeta y varios de sus críticos- que en razón del esclarecimiento de su poesía nos negamos a hablar de “misterio”, ese ingrediente muchas veces ficticio o decorativo del que tanto abusa en la actualidad una New Age voluntariamente mistificadora; porque lo que aflora en las aguas veladas y aterciopeladas de su Balanza de Ceremonias o en Las Alucinaciones del Azar , es ese “maravilloso” puramente surrealista, regido por los código del amor, como nos lo recuerda oportunamente el autor de Lo maravilloso contra el misterio:
“El misterio buscado por sí mismo, introducido voluntariamente –a todo trance- en el arte como en la vida, no sólo no podría tener más que un valor irrisorio, sino que además aparece como la confesión de una debilidad, de un desfallecimiento. El simbolismo sólo se sobrevive a sí mismo en la medida en que, al romper con la mediocridad de tales cálculos llega a hacerse una ley del abandono puro y simple a lo maravilloso, por residir en este abandono la única fuente de comunicación eterna entre los hombres”(André Breton, Puertas al campo. Página 14)

No resulta entonces exagerado afirmar que en su obra poética tardía, poblada de corazones de viudas y restos coralinos, de aves desaladas y reyes oscuros, de jardines donde florece una rosa blanca y púrpura. María Meleck Vivanco consigue ya ese “abandono a lo maravilloso” que nos dictaran las leyes del corazón. Y a semejanza de los poetas y pintores Zen, chinos y japoneses, persigue ahora en su escritura sólo “el camino de la corriente de agua” que -nos asegura Alan Watts- “jamás comete errores de estética”. Por fin, María parece lograr lo imposible: hacer un ombú de un bonsái… Reconciliar el arte y la naturaleza.

(1) Aldo Pellegrini entrevistado por Stefan Baciu: Vida pasión y muerte del surrealismo argentino. Surrealismo Latinoamericano / Preguntas y respuestas. Cruz del Sur. Valparaíso. Chile. 1979.

Medellín. Colombia. 26 de marzo de 2008.


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ALGUNOS POEMAS DE MARÍA MELECK VIVANCO

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EL PÓSTUMO ROCÍO


Corazón en la súplica Herida de palomas que no cierra
Vuelven los remolinos emboscado en largas mansiones conmovidas
Me apoyé en las estrellas En la puesta de sol que llevaba consigo una begonia
frágil
Con la mano en los labios, me mostraban las cuevas invisibles del río La barandilla
roja que detiene el conjuro Las campanas del agua que enmudecen el fuego
Hay alguien en el puente Circunstancias de amor en inquieto reposo del rosedal
de vida
La niña de la magia dormida en la lumbrera contrapuesta del cielo
Por el monte cerril, el póstumo rocío

Y en estas andaduras, mi corazón temblando


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EL VIAJE


Lozano y perverso, el desatino del amor acaricia los abedules con pequeñas manos
de ambrosía Zambulle en el sol, su tufo cotidiano de sombras
Me hallo cubierta en los atardeceres remotos que destilan su cólera de almizcle
Dulcemente por encima de los escombros del monte
No habrá deslumbramiento final para Los héroes Ni discursos del olvido que reco­-
nozcan su propia iniquidad Ni espadas entre cubas de aguardiente que enderecen su
rumbo a La sordidez Ni palpitaciones y pestañas vibrátiles en los exiliados del infierno
No habrá furia ni arrebato cabalgando su espacio de ceguera Ni signo privado
contra Las imprevistas apetencias del corazón Ni porfiadas veletas adversarias del vien­-
to Ni amantes recostados sobre mares encendidos
Vagabundos, si

Payasos de carne enamorada Y respiración de puro fuego blanco


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LAS APARICIONES


Las estrellas guardan secretos de un deseo agujereado por la lluvia
Desde qué valle te contemplo, desde qué estación y otras voces calientes de intensa fuga, justo a la altura de mi alma
Hay ventanas y sitios luminosos que envidia el atardecer Sus delicados arpegios
horadando la totalidad de lo incorpóreo Envolviendo en seda las mariposas verdes des-
prevenidas del verano
Hay un marcapasos de pulso de fiesta ausente en los graznidos de la noche El
último tren arracimado que se miró cara a cara con la desolación
Y existen también los albergues celestiales a partir de un rencor oculto, sabiamente marginado, sabiamente indeciso
El ombligo partido de la serenidad es como una hilera de gansos cegados por la luz de los ríos
Se me olvidó la vida Se me olvidó la muerte

Me he quedado con las apariciones de mi corazón


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FOTOGRAFÍA PUDOROSA


Yo pedía estar triste En arrecifes de calor o de frío, registraba mis labios dolorosos
Buscaba en todas partes el dios de la cabeza de vampiro Fatigados tatuajes en la
arena Manos desesperadas que tocaran azogue
De una ciudad a otra, profetizaba grandes diluvios blancos Incendios reflejados en
palmares ocultos
Había un caballo hermoso que misteriosamente me seguía Como la lluvia
voluptuosa en mi camisa, que desgranaba un girasol de ruidos
No convenía ilusionar entonces Los píes desnudos sobre púas
abandonadas peligrosas Sobre llorosos peces desterrados caminando en rugidos
Apasionada de convivencias imposibles, sería el momento de morir, resucitada
en transparencias dadas vuelta


Profundamente absurda Enamorada Sin maquillaje Sin latidos Con mi fotografía
pudorosa


***


OLGA OROZCO (en memoria)


Acróbata y nadadora del rocío
Color de noche su piel, seda que hoy flota luminosa, como abanico de
mediatarde sangrando en la faena de los toros ­
Ella elevó sus indulgentes claros ojos a zonas del espanto que yerguen
una figura del olimpo. Seducida por la hidalguía del océano, miraba
fijamente los corales Y como Cristo, sus labios resplandecían crueles
entre vinagre y agua
Sacrificando en el deleite su forma de abigarrada luna, de maga en los jardines
de la cábala, con su ejercicio suspirante del amor
Cuando el mun­do era santo del ritual del milagro Los glaciares,
cataratas de lágrimas Y los pájaros se bienvenían en sus deseos
de cristales inalcanzables y de espejos mordidos
Ay estrella delicada de la mañana, que eligió en la belleza
su desamparo ¿Acaso somos los sobrevivientes del salvaje suicidio de su dulzura?
Por que te fuiste temeraria en vilo, desafiando las máscaras de la
eternidad

Ocultando para siempre la salida del sol


***


JINETES INFINITOS


La urdimbre Los avisos, que son los mismos nombres
que reflejan los conjuros Las formas insensatas
del perfil amorosos Las flores, como arterias dormidas
en el furor del aire donde hay que estarse quietos,
crecidos en el vientre de respirar profundo
De nuevo las urdimbres con galgos de lavanda
y montes al ocaso La boca del placer, intencional
ardida Los ojos del viajero perdidos en las nubes
Frágil algarabía con sus plumas doradas
Monigotes de sal arrojado a los mares de piedras vaporosas
y el topacio del diablo en tan hermosa axila
Los cuerpos transparentes en el otro espejismo
que la alabanza amaba Resplandor de la ausencia, violando
el sacrilegio de su verdad secreta Licores dolorosos que fermenta
la noche Noches de rey Amantes Jinetes infinitos.

Para Raúl Henao, Poeta Singular, hermano en la infinitud.


***


María Meleck Vivanco nació en el Valle de San Javier, de Traslasierra, Córdoba, Argentina. Reside en Ramos Mejía, Provincia de Buenos Aires. Representó a la poesía argentina en el "3er. Congreso Latinoamericano de Mujeres Escritoras" en la Universidad de Ottawa (Canadá). Su obra literaria fue comunicada en dicho evento en 1978. Invitada al "Congreso Internacional del Surrealismo en el 3er Milenio" Roma, (Italia) 1999. Parte de su obra ha sido traducida al italiano y al portugués. Ha publicado: Hemisferio de la Rosa (1973), Rostros que nadie toca (1978), Los Infiernos Solares (1988), Balanza de Ceremonias (1992), Canciones para Ruanda (1998). Tiene inéditos 7 libros: Plaza Prohibida, La Moneda Animal, Bañados de Sereno, Mi Primitiva Cruza, Mar de Mármara – Alucinaciones del Azar, Taitacha Temblores ( poemas quechuas).Ha recibido los siguientes premios: Libro de Oro, Lima (Perú), 1956; 2do. Premio "Municipal de la Ciudad de Buenos Aires", 1978; 1º Premio "Fundación para la Poesía Argentina" (Colección de Poetas Contemporáneos), Buenos Aires, 1988; Premio "Fondo Nacional de las Artes", Buenos Aires, 1991; Nominación por Argentina en "UNICEF" de Nueva York (U.S.A), inédito, 1996; Premio "Universidad de Letras" de La Habana (Cuba), 1997; Premio Fundación "Sociedad de Los Poetas Vivos", Buenos Aires, 1998.